_
_
_
_
_

Poder de hermana

Una empresa social de África lleva luz solar a comunidades remotas mientras apoya a las mujeres empresarias

Unos niños con una de las lámparas que venden las empresarias.
Unos niños con una de las lámparas que venden las empresarias.

En un pequeño centro comercial al borde de la carretera de la localidad rural de Luweero, a unos 65 kilómetros de la capital de Uganda, Kampala, Sarah Serunjogi reúne a un grupo de mujeres de cuatro pequeñas tiendas que venden harina, frijoles y jabón. Mientras se sientan en un banco, saca dos pequeñas luces de plástico de su bolso y comienza su argumento de venta.

Serunjogi, una enérgica y alegre madre de cinco hijos, es una Solar Sister (hermana solar), una de las más de 1.300 empresarias a tiempo parcial que viajan de puerta a puerta, enseñando y vendiendo lámparas portátiles alimentadas por energía solar a través de Uganda, Tanzania y Nigeria.

Más información
Los niños del queroseno
África y mujer como reserva

La gente de Luweero vive sin acceso a la red eléctrica, al igual que el 90% de los ugandeses y que unos 1,4 millones de personas en todo el mundo. Dependen de la biomasa, como la madera o el carbón, para cocinar y del queroseno para la luz. Las lámparas de queroseno dan apenas suficiente luz para leer mientras que las familias se exponen a humos poco saludables y al riesgo de incendio y quemaduras. La Organización Mundial de la Salud señala un creciente número de pruebas que vinculan el uso de queroseno con una serie de efectos adversos para la salud, incluyendo la enfermedad pulmonar crónica. Uno de los clientes de Serunjogi, Brenda Kawuma, recuerda enérgicamente el día en que pensaba que su hija de tres años iba a morir después de beber de una botella de agua llena de parafina para la lámpara de queroseno. "Fue terrible", dijo. "No tenía más opción que huir de eso."

Pero la gente que vive lejos de los centros comerciales no puede ir fácilmente a las tiendas que venden linternas solares. Incluso pueden que no sepan que dichas linternas existan hasta que alguien como Serunjogi aparece en su puerta. Solar Sister sigue el modelo de ventas y distribución de las vendedoras de Avon, directas de puerta a puerta. Los empresarios, principalmente mujeres, venden dentro de sus comunidades, usando su red de contactos personales para conseguir la confianza en sus productos, y también ayuda a reclutar y entrenar a otros empresarios Solar Sister. Trabajan tanto o tan poco como les gusta, ganando la diferencia entre los precios al por mayor y al por menor de lo que venden.

Como empresaria de mayor venta de Solar Sister en Uganda, Serunjogi ha acumulado más de 25 millones de chelines ugandeses (unos 6.600 euros) en ventas en menos de cuatro años. Después de que su marido muriera en 2009, los ingresos de su trabajo a tiempo parcial con la diócesis local no eran suficientes para cubrir las necesidades de su familia. La renta adicional de Solar Sister significa que ahora puede contribuir a la educación de sus nietos.

Solar Sister fue fundada en Washington DC en 2009, por Katherine Lucey, una ex banquera de inversión del sector energético que dejó Wall Street para dedicar más tiempo a su familia y a la filantropía. Al principio, se involucró con una pequeña fundación que proporcionaba electrificación rural, viajando a Uganda y confirmando lo que había visto en el negocio de la energía: "que ningún país puede entrar en la era moderna sin acceso sostenible a la energía... que la productividad, que el bienestar, todos se ve afectado si no tienes acceso a la energía. Sólo frena el desarrollo en todos los niveles".

Lucey también se dio cuenta rápidamente de que las mujeres se ven desproporcionadamente afectadas por la pobreza energética, especialmente en las zonas rurales, donde pasan una gran cantidad de tiempo recolectando leña y haciendo tareas dentro del hogar. Los estudios indican que la electrificación rural libera a las mujeres de las tareas domésticas y las motiva a trabajar fuera de casa. Y cuando las mujeres ganan más, sus familias se benefician más. Los informes de la OCDE y el Banco Mundial muestran que unas ganancias más altas para las mujeres se traducen en una mayor inversión en la educación de los hijos, la salud y la nutrición, lo que lleva a un crecimiento económico a largo plazo.

Así que Lucey creó Solar Sister con un doble objetivo: la erradicación de la pobreza energética y la creación de oportunidades económicas para las mujeres. Dice que es este doble enfoque lo que hace que la empresa sea única. Las empresarias de Solar Sister han vendido más de 80.000 lámparas en los tres países en los que operan, y también venden cocinas limpias. Pero a medida que la tecnología solar cae en precio y mejora en la calidad, hay competencia en el mercado. Mientras Solar Sister pide un único pago, algunos competidores permiten a los clientes pagar en cuotas, una opción atractiva en un mercado donde pocos tienen la capacidad de ahorrar, incluso si el precio del Solar Sister es más barato a largo plazo y sus productos vienen con una garantía de dos años.

Y aunque el objetivo del Solar Sister es ser sostenible en términos comerciales, el 70% de la compañía sigue siendo financiado a través de la filantropía. Lucey dice que esto se debe en parte al difícil equilibrio entre la rentabilidad y llegar a la "última milla" de las zonas rurales donde la tecnología es más necesaria.

Al final, dice que dando a las mujeres un papel en el futuro de la energía tendrá dividendos mucho más allá de la línea de fondo: "No va a aparecer en nuestra hoja de balance o en la cuenta de resultados, sino que se manifiesta en nuestra última misión, la cual es asegurarse de que todo el mundo tiene acceso a la energía. Y cuando hablo de todo el mundo, me refiero a las mujeres también".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_