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PORQUE LO DIGO YO
Columna
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‘Hipsters’ nazis

El estilo sirve para destacar lo mejor de nosotros y hacernos más bellos. Pero también para mentir

Martin Sellner, líder del llamado Movimiento Identitario, en una imagen publicada en su cuenta de Instagram.
Martin Sellner, líder del llamado Movimiento Identitario, en una imagen publicada en su cuenta de Instagram.

Los skinheads visten de Prada. Este fin de semana, el ultranacionalista Norbert Hofer estuvo a punto de ganar las elecciones presidenciales austriacas. Su mejor herramienta de campaña: el cambio de look de sus seguidores. La extrema derecha ya no quiere verse como una horda de resentidos con bigotitos hitlerianos, sino como un movimiento fresco, juvenil y a la moda: basta de cabezas rapadas, esvásticas y botas para machacar cráneos. Ahora puedes odiar a los árabes y comer tofu.

En Austria, el gurú del nuevo estilo se llama Martin Sellner y dirige el llamado Movimiento Identitario, que apoya al Partido de la Libertad de Hofer. Sellner se autodenomina "hipster de derechas" y define a su grupo como "un Greenpeace patriótico". Sus compañeros revientan actos de izquierda con métodos copiados de los activistas ambientales para maximizar el impacto mediático: durante la campaña electoral, sus chicos impecablemente peinados interrumpieron una obra de teatro con actores refugiados y rociaron al público con sangre falsa.

En Alemania, donde los símbolos fascistas están prohibidos, los nazi-hipsters llamados nipsters llevan años usando el nuevo look para burlar la ley. Algunos tienen canales de YouTube donde lanzan sus consignas mientras comentan el último capítulo de Cómo conocí a vuestra madre. Sus padres franceses, Génération Identitaire, organizan expediciones de acoso a refugiados y marchas contra musulmanes mientras cuelgan en Instagram fotos de atractivas militantes luciendo merchandising del grupo. Y venden galletitas con su emblema.

El estilo sirve para destacar lo mejor de nosotros y hacernos más bellos. Pero también para mentir. Los nuevos hipsters pueden tratar de que el odio parezca guay. Pero aunque la mona se vista de seda, nazi se queda.

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