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Tentaciones

Hay vida más allá de 'Breaking Bad'

¿Cómo sobrevivir a un personaje más grande que la propia vida? Buscando otro con una vida más tortuosa. En 'Trumbo', que se estrena este fin de semana, Bryan Cranston interpreta al escritor perseguido por la caza de brujas

Bryan Cranston caracterizado como Trumbo.
Bryan Cranston caracterizado como Trumbo.

"Lo he hecho yo mismo. Mola, ¿verdad?". Bryan Cranston, el hombre que el mundo siempre asociará a ese doble ente formado por Walter White y Heisenberg de la serie Breaking bad, se señala un pin en la solapa: las gafas y el bigote de Dalton Trumbo. El actor está en el festival de Toronto, donde el biopic sobre el escritor y guionista perseguido por la caza de brujas del Maccarthismo fue recibido con aplausos. Ahora lo lleva como recuerdo del filme que le ha valido su primera nominación al Oscar, pero antes era uno de esos elementos que le ayudan a meterse en su personaje.

"Cuando te sientas en la silla de maquillaje y te miras en el espejo ya caracterizado, empiezas a recordar la investigación que hiciste sobre él, coges la pipa [comienza a hablar como Trumbo] y eres él", explica. "Todo ayuda, y lo sé porque, cuando estaba en Breaking bad, tenía este ritual cada día antes de irme a casa: me ponía dos toallas calientes alrededor de la cara y la cabeza para que absorbieran todo. Me quitaba el maquillaje y me iba. A la mañana siguiente, me ponía los pantalones caquis, el sombrero, la chaqueta y volvía a ser Walter".

Trumbo lideró al grupo de Los 10 de Hollywood, y se negó a responder a las preguntas del Comité de Actividades Antiamericanas.

En esta ocasión, Cranston se convertía cada día en un hombre que pasó tanto tiempo delante de una máquina de escribir, tecleando novelas como Johnny cogió su fusil y guiones como Espejismo de amor o Vacaciones en Roma, que acabó aquejado de un dolor de espalda crónico. Solo tenía una solución: darse un largo baño de agua caliente todos los días. "Pero él no podía permitirse perder el tiempo", puntualiza.

"Nunca cuidó de sí mismo. Fumaba muchísimo. Bebía muchísimo. No dormía bien. No comía bien. Lo único que hacía era darse estos baños en los que seguía escribiendo y seguía fumando y seguía bebiendo". Eran los años cincuenta, Dalton Trumbo estaba en la lista negra y nadie le contrataba con su verdadero nombre, pero todo el mundo le quería con seudónimo. "Tenía que escribir para mantener a su familia", señala el actor. No pasaba de los 2.000 dólares por guión mientras que, en los años treinta y cuarenta, había llegado a cobrar más de 75.000 por libreto. Pero Trumbo, un pacifista que fue a la II Guerra Mundial como corresponsal, un hombre de izquierdas –y, sobre todo, de principios–, lideró al llamado grupo de Los 10 de Hollywood, y con ellos se negó a responder a las preguntas del Comité de Actividades Antiamericanas sobre su afiliación política. Acabó pasando 10 meses en la cárcel y viendo como su nombre estaba vetado en la industria del cine.

"Ha habido algunas películas sobre esta época, y en algunas se nombraba a Trumbo, pero nunca se había contado su historia", continúa Cranston. "Nuestra forma de abarcar este gran episodio que afectó a muchas personas ha sido a través de este personaje y de su familia [Diane Lane, como su mujer; y Elle Fanning, como su hija]. Vemos a este hombre en su casa, con sus amigos, vemos lo que arriesgó. Nunca se echó atrás en la lucha, aunque él tampoco la buscaba".

Un miembro de los Oscar reconoció que no votaría a Cranston porque consideraba a los personajes "unos estalinistas recalcitrantes".

En la revista The Hollywood Reporter, un miembro de la Academia reconoció que no votaría a Cranston en los Oscar porque consideraba a los personajes "unos estalinistas recalcitrantes". La herida, por tanto, sigue abierta en esa industria. "Habrá gente más conservadora que ataque la película", admite, "pero porque lo que cuenta Trumbo aún resuena hoy. Por eso es importante el mensaje", resalta. "Como le dice Trumbo a John Wayne: 'Todos tenemos el derecho a estar equivocados'. Quizá estés de acuerdo con lo que cuenta la película o no. Lo acepto todo. Lo peor que nos puede pasar como artistas es que el público se aburra".

Pese a esas críticas, meterse en la piel del controvertido guionista no solo le ha reportado a Cranston su primera nominación al Oscar. De paso, también ha podido sacudirse un poco de encima al icónico Walter White. "Breaking bad cambió mi vida y mi carrera. Estaré siempre en deuda con Vince Gilligan", dice sobre el creador de serie. "De hecho, tengo que lavarle el coche cada semana", se ríe. "Pero ya está, acabó muy bien y ya no la echo de menos", confiesa. Ahora quiere hacer cosas opuestas, cosas que nadie espere, como este Trumbo. Por eso él, como el guionista perseguido, no tiene intención de dejar de trabajar. Para que el público no se aburra. Aunque a diferencia de su personaje, y gracias a Breaking bad, ya no tiene que hacerlo por dinero. "Empecé a los 16 y he cumplido 60. No trabajo por premios o atención, sino porque me gusta".

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