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PORQUE LO DIGO YO
Columna
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‘Selfies’

No veáis en este irrefrenable deseo por exhibirme narcisismo o vanidad: mis autofotos son un gran gesto de amor a mis fans, porque ellos se lo merecen todo

Un grupo de misses se toman varios selfis frente a las pirámides de Egipto.
Un grupo de misses se toman varios selfis frente a las pirámides de Egipto. Cordon Press

Me gusta muchísimo hacerme selfies y luego “postearlos”, claro, para que la gente los disfrute. ¿Qué sentido tendría no hacerlo? ¿Acaso si un árbol cae en medio de un bosque, sin nadie alrededor, hace ruido? En unos salgo recién levantado; en otros, después de la siesta; a veces, en el gimnasio; otras, alternando; etc… En casi todos hago el esfuerzo —recompensado— por mostrarme lo que se dice bien, atractivo. Es cierto que, a veces, intencionadamente, me los hago haciendo morisquetas, bizqueando… para que se vea que soy un cachondo y que sé reírme de mí mismo. Pero, si me apuráis, tampoco en esos salgo mal, mal del todo, continuamente hay un brillo. No es extraño que, acompañando a estos selfies, vaya un mensaje concreto, desenfadado, siempre positivo: "¡A por la semana!" (cuando es lunes). "¡Quemando el finde!" (normalmente, los sábados). "¡Os obligo a ser felices!" (invariablemente del día). Etcétera…

Pero, por favor, no veáis en este irrefrenable deseo por exhibirme narcisismo, vanidad o, incluso, egolatría. No lo hago por mí (algunas veces se da el caso de que no me apetece fotografiarme), lo hago por la gente. Porque sé que así les ayudo a que su existencia sea más llevadera y a que no se apague la llama de la admiración. Para ellos soy muchas cosas: un amigo, un referente, el espejo en el que se miran... No puedo —ni debo— privarles de mi cara; sería un egoísta si me la guardara solo para mí y mi familia. Es, en definitiva, un regalo que hago. Mis selfies son un gran gesto de amor a mis fans. Porque ellos se lo merecen todo.

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