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Antonio Pagudo: “El humor no te lleva a ningún sitio ligando”

El Pelocho, de 'La que se avecina' (que estrena temporada), desmonta el mito de que los graciosos se llevan a la chica

Antonio Pagudo posa para ICON al volante vistiendo camiseta y americana Adolfo Domínguez.
Antonio Pagudo posa para ICON al volante vistiendo camiseta y americana Adolfo Domínguez.Ximena Garrigues y Sergio Moya

Cuando Antonio Pagudo (Baza, Granada, 1976) llegó a Madrid en 1997 para estudiar arte dramático, se creyó eso de que quitarse su acento andaluz le iba a costar trabajo. “Hoy suena como antiguo, ¿no?”, se encoge de hombros. “Ya sólo me sale el Camborio cuando estoy en mi pueblo. Ahí sí que ni mi mujer me entiende”. Y si ese es el primer tópico al que se enfrentó como actor, cuando llega a la entrevista desmonta otro: el de que todos los actores afincados en Madrid viven en el barrio de La Latina. Pagudo lo hace en Las Matas, a 26 kilómetros de la capital, y podría pasar por un padre de familia más (tiene dos hijos) si no fuera porque desde hace ya ocho temporadas es Javier Maroto, El Pelocho de La que se avecina, en Telecinco, que acaba de arrancar su novena temporada. Formado en teatro del movimiento y después de más de 13 años unido a la compañía de humor gestual Yllana, ahora se enfrenta de nuevo al texto con la segunda temporada de El eunuco, la comedia de Terencio en versión de Pep Antón Gómez estrenada en la XL edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida y con la que está de gira.

Echo de menos no tener más conocimientos sobre moda y no haber accedido antes a ella. A los 20 yo iba con pantalones de pintor, camisetas desteñidas y el pelo que parecía felpa

¿El humor no verbal es universal? Hay cosas locales que sólo se entienden en unos sitios pero existen códigos infalibles. Todos tenemos gestos, y los sacamos continuamente. Cuando vas en coche y alguien te hace una jugada, le haces un gesto, no le mandas un guasap.

Y en el verbal, ¿dónde está el límite? Ahora mismo nos autocensuramos. Soy de la generación que creció con Martes y 13, con el “mi marido me pega” o “bicicletas sin sillín BN”. Frases que al día siguiente repetíamos en el cole. Ahora eso no pasa. Las redes sociales se están metiendo tanto en nuestras vidas que están modificando nuestro trabajo y nuestra forma de expresarnos como artistas. Yo quiero pensar que soy un artista y un artista tiene que cambiar el mundo. A ver, suena muy así, lo sé…

Antonio Pagudo muy elegante en el garaje con jersey azul marino y pantalón de lana, ambos, Boss. Las botas son Tod’s.
Antonio Pagudo muy elegante en el garaje con jersey azul marino y pantalón de lana, ambos, Boss. Las botas son Tod’s.Ximena Garrigues y Sergio Moya

Pero tampoco es muy de meterse en fregados a través de las redes sociales. Hay que usarlas porque hay que estar, y todo el mundo las está demandando pero, visto lo que les ha pasado a compañeros, te vas echando atrás. Creo que las redes sociales, y Twitter en especial, son geniales cuando puedes decir la mayor burrada, y no pasa nada. Pero nosotros tenemos una influencia brutal, y hay veces que tu opinión no es la más adecuada. Pero, ¿por qué va a serlo?, ¿porque sales en la tele? Mira lo que le pasó a Jordi Sánchez [El Rancio, en La que se avecina], que en un Barça-Madrid puso “putos merengues” en Twitter y se montó una increíble. E igual que te expones tú, te exponen los demás sin que puedas hacer nada por controlarlo. Siempre hay alguien con una cámara que pasaba por ahí dispuesto a documentar lo que estás haciendo. Hace poco, por ejemplo, una chica colgó una foto mía, y enseguida se generó una conversación sobre dónde vivía yo y a qué hora recogía a los niños del colegio. Da un poco de miedo. Pero hay que entender que las reacciones que provocamos son muestras de cariño y que algún día no se acordarán de nosotros.

El humor, así en general, ¿ayuda a ligar? El humor no te lleva a ningún sitio ligando. Eso es un mito. Se ríen contigo, pero se van con el misterioso. Eso es así, y así ha sido siempre.

El actor de gestos, ¿sabe que no cae bien? El clown tiene que ser impertinente y usar al público como elemento al que humillar. Y eso sí que da miedo, porque todo en la vida está basado en eso, en el “no quiero que la gente se ría de mí”. De hecho, hay dos tipos de actores, los que se ríen de sí mismos y a los que no les gusta reírse de sí mismos. Como todo en la vida.

El humor no te lleva a ningún sitio ligando. Eso es un mito. Se ríen contigo, pero se van con el misterioso. Eso es así, y así ha sido siempre

Esta es una revista de estilo y hay que preguntarle por el suyo. ¿Se ha refinado con los años? Echo de menos no tener más conocimientos sobre moda y no haber accedido antes a ella. Deberían impartir clases en las escuelas de arte dramático porque es parte de nuestro curro. A los 20 yo iba con pantalones de pintor, camisetas desteñidas y el pelo que parecía felpa.

¿Y qué hacemos con su pelo? Le diré que justo antes de venir a entrevistarle me han dicho: “Si le quitas el pelucón, está bastante bueno”. Ese es un tema aparte. En una serie como La que se avecina, en la que somos tantos, ha ayudado a definir mi personaje. A lo largo de estas temporadas ha ido creciendo, y ahora tiene una identidad propia. Cuando me lo corto, es como si me quitara la nariz de payaso. Cuando voy por la calle con este pelo, la gente me llama El Pelocho. Sin embargo, cuando voy a cualquier historia y me trabajo el pelo, ahí sale el actor. Notas que las cosas cambian a tu alrededor. Así que cuando acaba la temporada, me corto el pelo, me afeito y desaparezco.

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