Volver a Nepal
Cuando ocurre una catástrofe natural, los medios de comunicación llegan raudos a la Zona 0, durante unos días inundan los informativos y las portadas con datos demoledores de muerte y destrucción junto afotografías espeluznantes, hasta que de repente aparece otra Zona 0 en otro lugar del mundo y la tribu se van tan rápido como llegó. Y por norma general, nunca más se vuelve a saber de aquel lugar, si quedó arrasado, si se recuperó, qué fue de sus gentes y su economía. Estoy en Nepal, donde hace ahora diez meses un doble terremoto dejó casi 10.000 muertos e infinidad de portadas de periódico.
Quizá por eso casi todos los amigos a los que les dije que me venía me preguntaron lo mismo: ¿A Nepal? Pero si aquello está muy mal desdeel terremoto, ¿no?
Lo primero que comprendes cuando llevas ya varios días en Nepal es que éste no es un país devastado ni colapsado. Los dos terremotos seguidos (25 de abril y 12 de mayo) de 2015 causaron casi 10.000 muertos y dejaron a más de 300.000 personas sin hogar. Pero Nepal sigue en pie y funciona (a ratos, como el suministro energético, pero funciona; en realidad siempre ha sido así).
Katmandú sigue igual de caótico y ruidoso, las carreteras siguen igual de atestadas de vehículos renqueantesy en igual mal estado que siempre (un novato puede pensar que las agujereadas carreteras nepalís están así por motivo de aquellos movimientos sísmicos; craso error: las carreteras nepalís están agujereadas desde que las inauguraron). Parte de su ingente patrimonio arquitectónico se vino abajo (pero no todo), se ven algunas casas derrumbadas y solares con tiendas de campaña y refugios de plástico improvisados donde viven (y me temo que será por mucho tiempo) aquellos que perdieron sus casas.
Pero también hay alegría, risas y felicidad. Desfiles de bandas de música que acompañan a una novia, bazares ruidosos, mercados desbordantes de color, parejas de novios en los jardines, restaurantes llenos de familias. El trigo crece en los bancales, esperando que lleguen las lluvias para dejar paso a los arrozales. La vida, en definitiva, continúa.
La sociedad nepalí es eminentemente agrícola. El turismo apenas representa un 5% del PIB, pero es una importante fuente de entrada de divisas y la única posibilidad de ingresos para amplias zonas de la población. El problema es que, desde los terremotos, los viajeros y las expediciones de montañeros al Himalaya han desaparecido. Quizá porque piensan -como mis amigos- que este país quedó borrado del mapa.
Los nepalís no saben ya cómo chillarle al mundo que vuelvan a visitarlos, que su país es seguro y que no ha perdido su encanto.
Estoy aquí para comprobarlo. Pretendo visitar diversas zonas del país y os iré contando con detalle y con fotografías en próximos post lo que veo. Será mi forma de ayudar a este pueblo de gente maravillosa.
Lo que de momento si os puedo adelantar es una cosa: Nepal…sigue existiendo.
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