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El sida vuelve a las calles ucranianas El cierre de los centros de desintoxiación ha llevado a miles de personas a volver a la calle y a consumir otra vez drogas, en su mayoría ilegales, intercambiando jeringuillas que a menudo están infectadas Vista del barrio de Troeschina, en Kiev. Desde hace meses, los toxicómanos se han convertido en víctimas de verdaderas intimidaciones y se les obliga a trabajar para redimirse TOMASO CLAVARINO Illya huyó de Crimea hace dos meses, después de que Rusia decidiese cerrar todos los servicios de tratamiento de sustitución para drogadictos. Actualmente intenta rehacer su vida en Kiev. TOMASO CLAVARINO Un toxicómano muestra su tatuaje con una esvástica en su casa del barrio de Troeschina. En la zona se puede encontrar de todo: desomorfina, heroína, morfina y anfetaminas. Muchas de estas drogas se sintetizan en pisos transformados en laboratorios. TOMASO CLAVARINO Un hombre en su cama del Hospital N2 de Kiev, en el que muchos de los pacientes están enfermos de sida y tuberculosis. A menudo ambas enfermedades van juntas. Se las conoce como “las gemelas terribles”. TOMASO CLAVARINO Ruslan, de 33 años y natural de Sinferopol, en Crimea, también se fue de su ciudad a causa de las nuevas políticas aplicadas por el Gobierno ruso. Desde la anexión de Crimea, cientos de personas que seguían terapias de sustitución y seropositivos que recibían medicación antirretroviral han huido de allí para tener la oportunidad de continuar el tratamiento. TOMASO CLAVARINO Ruslan pasa junto a una de las clínicas de administración de metadona de Kiev. Huyó de Sebastopol y ahora trabaja en una tienda esperando ganar suficiente dinero para someterse a una operación en la pierna. TOMASO CLAVARINO TOMASO CLAVARINO Alexandra tiene 33 años y es trabajadora social de la ONG Convictus. Trabaja en Kiev con toxicómanos y enfermos de sida. Según ella, el número de seropositivos ha aumentado en los últimos años, debido sobre todo a la escasez de metadona y de antirretrovirales en toda Ucrania y al desplazamiento de personas afectadas por el virus que huyen de Donbass y Crimea. TOMASO CLAVARINO Víctor prepara droga casera a partir de medicamentos a base de codeína comprados en varias farmacias del barrio de Troeshina, en Kiev. TOMASO CLAVARINO Anatoli sentado en su cama de Krasnoarmiisk. Es natural de Makiivka, una ciudad cercana a Donetsk en poder de los separatistas. Igual que en Crimea, en la República Popular de Donbass se han suspendido los servicios para drogodependientes como la terapia de sustitución con metadona y el intercambio de agujas, y los antirretrovirales y otros medicamentos empleados para tratar a los enfermos de sida se están agotando debido al bloqueo del Gobierno de Kiev. Slava, de 35 años, con su madre en su apartamento de Poltava. Slava tiene una pierna inutilizada por el consumo masivo de drogas inyectables caseras. Tradicionalmente, en la ciudad de Poltava, las cifras relativas a la epidemia de sida y el consumo de drogas han sido elevadas. En los últimos años, gracias en parte a la gran labor de diversas ONG y asociaciones, están descendiendo. TOMASO CLAVARINO Uno de los pocos pacientes que todavía siguen un tratamiento de sustitución en Kiev. A sus espaldas, un ala del hospital destruida por los intensos bombardeos de los últimos meses. TOMASO CLAVARINO Un toxicómano seropositivo camina por Kramatorsk, en el territorio ucranio controlado por el Gobierno. Nadie sabe a ciencia cierta cuántos seropositivos hay entre el millón y medio de desplazados internos por culpa de la guerra en el este del país y del referéndum de Crimea. TOMASO CLAVARINO