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Estudió Biología en la Universidad de Mondane en Maputo gracias a una beca estatal, pues sus padres no tenían recursos. Era la primera de la familia en ir a la facultad. Cuando todavía estaba realizando su tesina, en 2005, vio un anuncio en el periódico que decía que el CISM buscaba personal. Aún hoy le cuesta creer que la cogieran a ella. "¡Era la primera oferta que eché!", apunta. Tras dos años de formación y trabajando como técnica de laboratorio, optó a una convocatoria interna para cursar un máster y formarse como experta en salud ambiental en el CREAL en Barcelona. De nuevo, se muestra sorprendida de que la seleccionaran entre otros compañeros "que llevaban más tiempo" en el CISM. "Pero era la única a la que le gustaban los mosquitos", explica entre risas. Gracias a su predilección por diseccionar al bicho, vivió en España cuatro años, donde además, terminó su doctorado. "De España me gusta el verano porque hay luz hasta las ocho y puedes salir a pasear después del trabajo. Y tapear". <p>Sabedora de que su formación posuniversitaria ha sido posible, dice: “Se lo digo a los españoles: gracias por destinar una parte de sus impuestos a personas que estamos tan lejos. Lo ideal es que algún día el país no precise ayuda internacional, pero todavía lo necesitamos”. </p>
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Mozambiqueños que salvan vidas

Investigadores o vecinos, su labor contribuye, bien desde el laboratorio o con visitas casa por casa, a mejorar la salud de los ciudadanos de su país

Alejandra Agudo
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