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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Aprender otro idioma

Los datos del CIS no dejan más opción que un pacto entre minorías

El candidato de Ciudadanos, Albert Rivera, en medio de la expectación mediática provocada por su presencia en la jornada de puertas abiertas del Congreso.
El candidato de Ciudadanos, Albert Rivera, en medio de la expectación mediática provocada por su presencia en la jornada de puertas abiertas del Congreso.Fernando Alvarado (EFE)

El Gobierno que surja de las elecciones del 20 de diciembre tendrá que resolverse por medio de un pacto entre minorías, según se deduce del último barómetro del CIS, que coincide con la apertura oficial de la campaña. Tan es así que, de ser correctas las estimaciones facilitadas por el instituto demoscópico oficial, el partido que más intención de voto registra, que es el PP, se encuentra ahora al nivel del PSOE de hace cuatro años, claro perdedor de aquellos comicios.

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No es fácil comprender que con el mismo nivel de voto para el PP (28,6%) del obtenido por el PSOE en 2011, el CIS atribuya ahora al partido de Mariano Rajoy bastantes más escaños de los logrados por los socialistas en 2011; pero tampoco resulta inverosímil. Lo destacado es que todas las encuestas conocidas presentan al ganador muy alejado de la mayoría absoluta. La trascendencia del pacto necesario va mucho más allá de apoyos puntuales, porque hará falta en la investidura del jefe del Gobierno, pero también para todos los pasos importantes de la siguiente legislatura y para hacer frente a mociones de censura.

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Ante ese estado de la cuestión, no hay duda de que nos encontramos en plena transición hacia una nueva cultura política, mucho más parecida a la de gran parte de Europa. Lo que ocurre es que en España no hay costumbre. Las experiencias de coalición en las autonomías han resultado lo suficientemente discutibles como para avalar la fórmula. Y sin embargo, esa nueva cultura política responde a un deseo mayoritario: prácticamente seis de cada diez españoles no quieren otra mayoría absoluta. Los partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos, empujan con fuerza, mientras el PSOE no logra frenar su caída.

El ambiente de relativa banalidad en que se ha desarrollado la precampaña de los partidos contrasta con los graves problemas (independentismo catalán, terrorismo yihadista) que han pesado sobre los últimos meses. A estos serios asuntos hay que sumar la necesidad de tomar decisiones en el terreno económico y social: cómo financiar las pensiones y de dónde recortar para cumplir con el objetivo de déficit fijado por la Comisión Europea (salvo que el futuro Ejecutivo sea capaz de alterar el criterio de Bruselas). Y en el terreno político, será necesario abordar la reforma de la Constitución.

El porte de estas tareas es muy grande para un partido ganador que, salvo fracaso de los pronósticos, dispondrá de mucho menor respaldo en votos y escaños que durante la legislatura recién terminada. Si los resultados reales de las elecciones se aproximaran a la estimación del CIS, las combinaciones aritméticamente posibles serían del PP con Ciudadanos o con el PSOE, al margen de las dificultades que implique cada una de ellas. Mariano Rajoy habrá de gestionar la situación resultante.

La última reflexión es que, tras el tiempo de no campaña, sería deseable que la campaña oficial, abierta desde anoche, acerque a los ciudadanos más claramente a los desafíos que les esperan. Entre ellos, la necesidad de aprender un nuevo idioma político para tratar de normalizar la cultura del pacto.

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