El ‘curso de nada’ se queda sin alumnos
Bélgica ofrece una alternativa a la clase de religión y la moral, pero solo el 2,6% la escoge
El rechazo a recibir clases de religión o de moral laica se suaviza cuando la alternativa no convence. Casi uno de cada cinco padres en la Bélgica francófona pretendían hace unos meses inscribir a sus hijos en el llamado curso de nada,una alternativa que la justicia belga exigió en marzo a las autoridades para dispensar a los estudiantes opuestos a la disyuntiva entre religión y moral laica. Pero cuando la nada se convirtió en una nueva materia improvisada, las intenciones viraron. Solo el 2,6% de los escolares siguen hoy esta asignatura, según datos del Ministerio de Educación de la Federación Valonia-Bruselas (la región francófona del país, aunque Bruselas es oficialmente bilingüe).
Los alumnos belgas de primaria y secundaria tienen en sus currículos dos horas semanales de religión —con posibilidad de elegir entre católica, protestante, musulmana, judía y ortodoxa— o de moral laica. Pero el caso de Giulia, una adolescente residente en Bruselas cuyos padres solicitaron en 2013 la dispensa de cualquiera de esos dos cursos, acabó en el Constitucional, que obligó el pasado marzo a diseñar una alternativa. La primera intención de las autoridades fue ofrecer a estos niños dos horas de estudio tutelado. Pero finalmente se organizó el llamado “marco pedagógico alternativo” para cumplir con el mandato judicial.
La premura con la que se ha puesto en marcha y la falta de información sobre su contenido real determinan su escaso éxito. Al comienzo de curso, los padres recibieron una escueta nota oficial en la que se les informaba de la existencia de esa nueva materia que persigue inculcar valores de ciudadanía y democracia. Queda por aclarar la diferencia entre ese marco alternativo y la actual asignatura de moral.
En septiembre de 2016, el llamado curso de nada —no se ha librado de este apelativo coloquial pese a los cambios introducidos— desaparecerá como optativo para convertirse en obligatorio. La ministra, Joëlle Milquet, pretende articular una verdadera asignatura de ciudadanía para todos los alumnos. Con el riesgo de que también algún padre objete.
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