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MIRADOR
Columna
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Jardín prohibido

Suenan los políticos como el protagonista de aquella memorable balada de Sandro Giacobbe que decía “la vida es así, no la he inventado yo”

David Trueba

Uno de los empeños más eficientes de los malos políticos es agarrarse a lo irremediable. No había más remedio, dicen, para justificar que hacen aquello que prometieron que no harían. Y atada ya una mano a ese fatalismo, solo les queda atarse la otra mano a lo imprevisto, al accidente. Suenan los políticos como el protagonista de aquella memorable balada de Sandro Giacobbe, Jardín prohibido,en la que el tipo, después de acostarse con la mejor amiga de su mujer, vuelve a casa y se lo comenta a ella con un razonamiento incuestionable: “La vida es así, no la he inventado yo”. Como la vida es así, a estas alturas y después de interrogar al empresario Alberto Portuondo en presidio, el instructor acumula indicios que apuntan, de nuevo, a que el hundimiento de Bankia no se debió tan solo a la coyuntura económica mundial, sino al latrocinio particular de sus directivos. Sacaban dinero por la puerta prestataria de la entidad y se lo embolsaban en sus cuentas privadas por medio de amigos interesados.

Pero si hablamos de accidentes, cómo no referirse al polideportivo Virgen del Carmen en Arganda del Rey. Ya desde el nombre del recinto, bautizado con un sentido exquisito de la pasión por el deporte, se apuntaba hacia una confianza ciega en los milagros. Y así ha sido. Al romper un cegado falso del sótano se ha descubierto una instalación de 1.200 metros cuadrados. Milagro, habría exclamado su alcalde si no hubiera dejado ya el cargo para acompañar a Cristina Cifuentes como director general de Transportes de la Comunidad de Madrid. Es muy probable que de manejar con la misma soltura su nueva cartera, pronto los madrileños peguen una patada al muro del túnel en la estación de Puerta del Ángel y descubran que la vía llega hasta Badajoz.

Es una costumbre expandida esa de ocultar espacios ilegales en la construcción para pasar las inspecciones de apertura sin problema. Forma parte de las rutinas del tiempo de la burbuja inmobiliaria, como robar dinero desde la dirección del banco formaba parte del modo de operar cuando España iba bien pero Suiza iba aún mejor. Lo raro es que la reforma de la sede del partido en el Gobierno, pagada en dinero negro, no incorporara espacios secretos o jardines prohibidos, como el búnker donde esconder a la secretaria general del partido durante los ocho meses históricos en los que ha estado sin conceder una rueda de prensa. Otro accidente. Lo siento mucho, la vida es así, no la he inventado yo. ¿Verdad?

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