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Abdoulie Janneh

“África se encuentra en un punto de inflexión clave en su historia”

El director ejecutivo de la Fundación Mo Ibrahim señala al liderazgo y la gobernanza como impulsores de cambio en la nueva agenda africana de desarrollo

Ángeles Jurado
Abdoulie Janneh, director ejecutivo de la Fundación Mo Ibrahim.
Abdoulie Janneh, director ejecutivo de la Fundación Mo Ibrahim.

Abdoulie Janneh se enderezó las gafas con un gesto automático, trajeado y con expresión relajada, sentado en el estrado del auditorio de Casa África. Ejerce de director ejecutivo de la Fundación Mo Ibrahim desde hace tres años y estaba de visita en Canarias para hablar de la agenda del desarrollo africana, el Índice Mo Ibrahim y los progresos y desafíos africanos en cuestión de liderazgo y gobernanza. Leyó despacio su intervención: 14 páginas en letra grande. Entre párrafo y párrafo, colaba comentarios improvisados en referencia a dos de las estrellas mediáticas de este año, Burundi y Nigeria, cruz y cara de la democracia africana. Afirmó que son necesarios 20, quizás 30 millones de empleos para los jóvenes africanos si queremos que se detenga la inmigración desde el continente al Norte. También deslizó que, probablemente, una perspectiva más sensible con el género y más mujeres en el poder podrían traducirse en una mejora del liderazgo y, por tanto, un mayor desarrollo del continente.

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“Se ha logrado un progreso, pero todavía hay mucho que hacer”, precisó, bajo la atenta mirada de un auditorio lleno. En primera fila, apenas destacaba una chica discreta que cruzaba las piernas, morena, menuda, las uñas pintadas de azul, con el pelo negro recogido en un moño y los ojos enormes parapetados tras unas gafas de pasta negra. Se trataba de la única hija del millonario y filántropo anglo-sudanés Mo Ibrahim, su jefe. Se llama Hadeel Ibrahim y si no les suena su nombre, deberían empezar a familiarizarse con él. Hadeel Ibrahim preside la fundación Ibrahim, forma parte del consejo directivo de la Fundación Mary Robinson para la Justicia Climática, la Fundación Clinton, el Instituto Synergos, Femmes Africa Solidarité, 1:54 Contemporary African Art Fair y el Instituto Africano para la Gobernanza y además, es parte del equipo del Africa Center en Nueva York junto a Chelsea Clinton. También vinculada a Amnistía Internacional o la Royal African Society, fue nombrada, apenas unos días después de esta conferencia que se celebró a finales de mayo, parte del panel de alto nivel de la ONU sobre Financiación Humanitaria. Jeune Afrique ya la destacaba, a finales del año pasado, como una de las mujeres más influyentes del continente africano.

Precisamente la financiación del desarrollo es uno de los múltiples intereses tanto de la Fundación como de la propia Hadeel y tuvo un protagonismo especial en la conferencia de Abdoulie Janneh, en la que menudearon las referencias a la Agenda 2063 para la transformación socioeconómica de África y a la reciente cumbre sobre la financiación del desarrollo, que la ONU ha concluido en Addis Abeba este mes de julio. Hadeel tomó la palabra en el turno de preguntas para interesarse por la integración africana, otra de las obsesiones de instituciones, expertos y think tanks volcados en el continente africano.

“África se encuentra en un punto de inflexión clave en su historia y este encuentro ofrece una oportunidad de oro para pensar de manera proactiva en maneras de apoyar el momemtum actual del continente y posicionarlo como el nuevo centro del crecimiento inclusivo y el desarrollo sostenible”, se explicó Janneh. “El objetivo de la Agenda 2063 es mapear, planificar y organizar la trayectoria del desarrollo de África para los próximos 50 años, beneficiándonos de las lecciones aprendidas, construyendo sobre el progreso actual y aprovechando estratégicamente oportunidades para confluir con las aspiraciones y expectativas africanas a nivel individual, nacional y panafricano”. Janneh definió una planificación a corto, medio y largo plazo apuntalada en impulsores del cambio claves como el capital humano, el legado de los recursos naturales, la capacidad estatal, la integración regional, el liderazgo y la gobernanza. “Para mí, liderazgo y gobernanza son los impulsores críticos de cambio en esta nueva agenda africana del desarrollo”, enfatizó.

Abdoulie Janneh recordó que la calidad del liderazgo determina la fuerza del contrato social de un país y que éste se materializa en objetivos cumplidos. También subrayó la trascendencia de la gobernanza, que se entiende desde la Fundación Mo Ibrahim desde el punto de vista del ciudadano de a pie. Para medir esa gobernanza, señaló que están desarrollando y puliendo el famoso Índice Ibrahim de Gobernanza Africana, que se obtiene del cruce de 95 indicadores (y subiendo) con dos o tres fuentes de datos por cada indicador y un total de 28 proveedores de datos con carácter independiente e internacional. “Fundado y liderado por una institución africana”, como recordó orgullosamente Janneh, el IIAG se centra en cuatro pilares: seguridad e imperio de la ley, participación y derechos humanos, oportunidades económicas sostenibles y desarrollo humano. Sirve, entre otras cosas, para crear una clasificación en la que lo importante no es la posición del país, “sino ver donde se está haciendo bien y dónde no”. Un retrato difícil y complejo, dada la variedad de países y realidades del continente y la desesperante falta de datos y estadísticas fiables.

El objetivo de la Agenda 2063 es mapear, planificar y organizar la trayectoria del desarrollo de África para los próximos 50 años, beneficiándonos de las lecciones aprendidas

Janneh hizo un rápido y documentado repaso a las mejoras que experimenta el continente africano en todos estos aspectos, desde el traspaso pacífico del poder a través de las elecciones que se ha dado en Nigeria, por ejemplo, al respeto a los derechos de los ciudadanos y las mejoras en gobernanza financiera y económica o el refuerzo de la gobernanza a través del fortalecimiento de mecanismos como el African Peer Review Mechanism o la Arquitectura de Gobernanza Africana. También destacó los desafíos que ensombrecen el panorama, como la corrupción, la violencia todavía no resuelta en Burundi, la mala gestión de los recursos naturales o los flujos ilícitos que escapan del continente, un tema analizado por el expresidente sudafricano Thabo Mbeki y que arroja la cifra de 50.000 millones de dólares anuales perdidos para las sociedades africanas.

“Con este panorama desigual, nuestro reto no es tanto qué hacer, sino cómo implementar acciones que consigan mejoras rápidas en liderazgo y gobernanza y posibilitar la implementación de la Agenda 2063”, concluyó Janneh, antes de confirmar su optimismo en la habilidad de África, los africanos y sus instituciones para conseguir ese objetivo.

La Fundación Mo Ibrahim maneja unos 2.000 millones de dólares anuales. Se le conoce especialmente por conceder cada año un premio dotado con cinco millones de dólares a un presidente africano que haya demostrado liderazgo y que haya mejorado las circunstancias de su país, además de retirarse del poder de forma limpia y democrática. El galardón ha reconocido al sudafricano Nelson Mandela (premio honorario en la creación del galardón), el mozambiqueño Joaquim Alberto Chissano (2007), el botsuano Festus Mogae (2008), el caboverdiano Pedro Rodrigues Pires (2011) y recientemente, el namibio Hifikipunye Pohamba (2014). En tres ediciones (2009, 2012 y 2013), el premio quedó desierto.

La Fundación fue creada en 2006 por el empresario anglosudanés Mo Ibrahim, propietario de Celtel, uno de los mayores imperios de las telecomunicaciones en el continente africano. Convencido de la necesidad de retornar a África la fortuna que África le había ayudado a construir, Ibrahim decidió crear una fundación para promover la cultura de la buena gobernanza. Menos conocidas que su premio a los presidentes retirados o su ranquin de la gobernanza africana son sus becas y otros proyectos que financia y apoya, pero todos se encaminan a mejorar la gobernanza y el liderazgo en los países africanos y a contribuir a su desarrollo.

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Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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