Descubren una carta de un joven Tom Hanks en busca de una oportunidad

Un imberbe Tom Hanks al que no conocía nadie fuera de su instituto, el "típico chaval americano" -como él mismo se describe- "que no es ningún adonis", tuvo las agallas de escribir al director George Roy Hill, el autor de Dos hombres y un destino, para pedirle una oportunidad. Hanks tenía 18 años y quería ser descubierto. La carta está fechada en 1974, cuando el realizador ya fallecido estaba en la cresta de la ola, consiguiendo siete estatuillas por su filme El golpe. Por el contrario, Hanks estaba todavía muy lejos de los dos premios Oscar consecutivos que obtendría años más tarde gracias a Filadelfia (1993) y Forrest Gump (1994), momento en el que se convirtió en una de las mayores estrellas de Hollywood.

Este fragmento de la historia de Hollywood, de su cara amable y soñadora, ha sido desenterrado en la biblioteca Margaret Herrick, en la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood. La carta formaba parte del material donado por la familia del realizador tras su muerte en 2002 a una institución dedicada a preservar la memoria de esta fábrica de sueños. No se sabe si el director llegó a responder a Hanks, pero sí se han cumplido los deseos que expresaba "no de ser una superestrella de Hollywood rodeado de chicas" sino, como decía en la carta, de alguien que lo ha logrado y puede llamar a Robert Redford "Bob".

Hanks escribió a Hill por la gran admiración que sintió hacia su trabajo y el de Redford y Paul Newman en El golpe. Comprendiendo las dudas que pudiera tener un famoso realizador como Hill ante un desconocido como él, el actor que luego sería mundialmente conocido con películas como Big, Apollo 13 o Salvar al soldado Ryan le ofrecía sugerencias de cómo podía ser descubierto. "Lo podemos hacer al estilo Lana Turner, sentado en la barra de una cafetería a la que entras, te fijas y —¡boom!— soy una estrella", le indicaba al director en referencia a una de las leyendas más populares en Hollywood sobre cómo nacen las estrellas. La segunda opción que Hanks le propuso fue hacerse el encontradizo en la oficina de Hill, momento en el que el realizador le daría un papelito de figurante para quitárselo de encima. "Durante el rodaje, la estrella se rompe una pierna en su camerino y como vamos tarde decides darme su papel de forma arbitraria y —¡boom!— soy una estrella", le sugería.

Ninguno de los métodos sugeridos funcionó. Cinco años más tarde Hanks se mudó a Nueva York donde comenzó a trabajar en películas de horror de serie Z, series de televisión de las que nadie se acuerda y obras de Broadway igualmente olvidadas. Así hasta que llegó su momento de gloria. Ron Howard fue de hecho quien acabó "descubriendo" a Hanks en la serie de televisión Happy Days y le ofreció su primer papel como protagonista en la comedia Splash (1984) en la que interpretó a un joven que se enamora de una sirena. El resto es historia.