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El campeón del Scrabble francés no sabe francés

El neozelandés Nigel Richards se aprendió el dicccionario del juego en nueve semanas

Nigel Richards durante el campeonato.
Nigel Richards durante el campeonato.JOHN THYS (AFP)

Es posible arrasar en el juego de mesa de palabras encadenadas Scrabble sin ni siquiera saber pronunciar una palabra del idioma en el que juegas. Así lo demostró el lunes Nigel Richards, campeón al que en su Nueva Zelanda natal ya llaman el Tiger Woods del Scrabble y que se ha convertido en campeón del Scrabble en francés sin saber hablar ni pizca de la lengua de Molière.

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El kiwi, que venía de ganar tres campeonatos en inglés, parecía aburrido con sus proezas, así que aprendió en solo nueve semanas el diccionario completo de Scrabble francés para enfrentarse a un doble salto mortal. Richards, original de Christchurch y afincado en Malasia (país al que representa), venció en la final celebrada en Lovaina (Bélgica) a su rival de Gabon, Schelick Ilagou Rekawe, donde el francés sí que es el idioma oficial.

Una proeza que demuestra que en el juego no solo importa la habilidad lingüística, sino también una gran capacidad memorística y una estrategia clara. “No sabe lo que significa y no podría trabar una conversación”, explica su amiga Liz Fagerlund al New Zealand Herald. Tras vencer con dos juegos a uno, Richards recibió incluso una ovación del público francófono. La palabra de la victoria: una conjugación del verbo 'fureter' (fisgonear).

En su país de origen, y entre los especialistas, ya describen al neozelandés como el mejor jugador de Scrabble de la historia. Poco se sabe de esta leyenda a la que casi nadie conoce, salvo que tiene dos pasiones en la vida: la bicicleta y unir palabras. Reclusivo y rodeado de secretismo —ni siquiera da su empleo en su presentación en los torneos—, su proeza va más allá. Richards no aprendió a jugar de pequeño, sino que comenzó a practicarlo con 28 años. “Cuando aprendió a hablar no estaba interesado en las palabras, solo en los números", recuerda su madre, Adrienne Fischer, que le enseñó el juego: “Relacionaba todo a los números. Lo veíamos normal. Nigel era Nigel.” Ahora tiene 43 y para él el Scrabble no es un entretenimiento familiar sino un campeonato casi olímpico. 

“Le dije 'Conozco un juego en el que no vas a ser muy bueno porque no puedes deletrear muy bien y no eras bueno en inglés en la escuela”, cuenta su madre. Su habilidad podría basarse en memoria fotográfica y técnicas matemáticas. El próximo reto de Richards será este mismo miércoles, cuando se enfrente a un ordenador, quizás el único que pueda batirle en el Scrabble.

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