Ella
Pepa Flores lleva cuarenta años empeñada en matar a Marisol para ser una persona normal. Cualquiera sabe que eso es imposible: nadie ha podido aún matar lo inmortal
La Térmica de Málaga acoge una exposición, comisariada por Sylvie Imbert, con 50 fotos que César Lucas le hizo a Pepa Flores cuando era Marisol, la única niña que ha sido capaz de enamorar a España. La muestra incluye el desnudo sublime que calentó la Transición. Pero Pepa no se acercará a la Térmica para ver a Marisol.
Sonará raro pero una noche me perdí con ella por Málaga. Fue en 1999. Rosa León me había guardado sitio al lado de Pepa en el Pasadena Jazz, el pub donde actuaba Aurora Guirado, amiga de Pepa a la que Rosa quería lanzar. Al acabar el concierto Aurora nos citó en el Esperanto de la calle Esperanto. Subí con Pepa al asiento trasero de un coche, con dos amigos. Los tres creían que los otros conocían el local. Pero ninguno tenía ni idea. Durante una hora dimos vueltas absurdas en busca de un lugar inexistente: Aurora se había liado, era el Espartero de la calle Esparteros. Alguien reparó en el equívoco y la velada en el Espartero fue una de esas que se te quedan pegadas: Pepa nos cantó de madrugada.
En aquel asiento trasero, perdidos en su ciudad, hablamos, qué íbamos a hacer. Descubrí a una mujer cálida dispuesta a reírse de todo salvo de la niña que fue. Logré que no se me escapara la palabra “Marisol” y a ella se le escapó un suspiro: “Lo único que quiero es ser una persona normal”. Pepa lleva cuarenta años empeñada en matar a Marisol para ser una persona normal. Cualquiera sabe que eso es imposible: nadie ha podido aún matar lo inmortal.
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