El adiós de Juan Carlos Monedero
No hay nada que mejore tanto a una persona en este país como morirse; bien sea real o metafóricamente. Los que apenas hace unos días tachaban a Juan Carlos Monedero de demagogo, irresponsable y evasor fiscal ahora alaban su coherencia; imagino que no debido a una bondad sobrevenida ni por aquello de “a enemigo que huye, puente de plata” sino, más bien, al deseo de ratificación del certificado de defunción, política, en este caso.
Es sabido que todas las revoluciones devoran, en primer lugar, a sus propios hijos, y aunque Podemos sea una revolución “blanda”, la lógica del proceso permanece. Entiendo perfectamente a Monedero constatando de primera mano y no teóricamente los manejos y apaños propios —y parece que inevitables— del funcionamiento de los partidos. Le deseo lo mejor.— Luis José Herrero López. Collado Mediano, Madrid.
El pasado día 30 de abril, Juan Carlos Monedero dejaba su puesto en la dirección de Podemos tras realizar unas críticas y mostrar su discrepancia con la línea que estaba siguiendo el partido de Pablo Iglesias. Este hecho puede tener dos vertientes: puede debilitar al partido al mostrar a la ciudadanía la división interna, o puede sanear su imagen tras los casos de irregularidades con la Hacienda pública de Juan Carlos Monedero. ¿Cuál de las dos vertientes pesará más sobre la otra?— Alejandro Reviriego de la Torre. Alcorcón, Madrid.
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