_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hundido

La historia de la humanidad demuestra que el camino de la prevención, una vez iniciado, es difícil de detener

Leila Guerriero

Prevenir es mejor que curar. Con esa certidumbre, España e Italia promueven una resolución de la ONU que permita aplicar la prevención al fenómeno de los inmigrantes que intentan entrar a Europa en barcazas como la que naufragó hace poco con 850 personas en su precario buche. El planteo es sencillo. Lo informaba este periódico días atrás: “La mejor forma de evitar que los inmigrantes se ahoguen intentando alcanzar Europa es impedir que embarquen en Libia”. La idea es obtener un permiso para hundir las barcazas en puerto, antes de que partan, y, de esa manera, evitar el “espectáculo horrendo” que, según el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, produjo el naufragio. Es razonable: a nadie le gusta presenciar espectáculos así y, cuando se trata de no ofender sensibilidades, no hay que fijarse en gastos. Si la medida obtiene respaldo, otros países podrían unirse. La Argentina, por ejemplo, podría organizar quemas masivas de los buses que ingresan inmigrantes por la frontera norte, y terminar con el problema antes de que empiece. Convendría, de todos modos, tener cuidado. La historia de la humanidad demuestra que el camino de la prevención, una vez iniciado, es difícil de detener, y, cuando se constate que con hundir buques vacíos no basta, quizás se empiece a pensar en medidas preventivas más eficaces, como bombardear las casas de potenciales inmigrantes o, incluso, impedir que nazcan: no hay mejor manera de evitar el horrendo espectáculo de la pobreza y la exclusión que impedir que pobres y excluídos vengan al mundo. Con todo, la propuesta dice sin tapujos lo que tantos, sin atreverse, querrían decir: muéranse en sus países, víctimas de la guerra, el hambre y las pestes, pero no vengan aquí a dar –a darnos- su horrendo espectáculo.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Leila Guerriero
Periodista argentina, su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y Europa. Es autora de los libros: 'Los suicidas del fin del mundo', 'Frutos extraños', 'Una historia sencilla', 'Opus Gelber', 'Teoría de la gravedad' y 'La otra guerra', entre otros. Colabora en la Cadena SER. En EL PAÍS escribe columnas, crónicas y perfiles.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_