Daños colaterales
La caída del crudo y el cambio monetario de la Fed agravan el estancamiento latinoamericano
Las economías latinoamericanas están atravesando por un momento de especial dificultad que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sintetizado en un mensaje sencillo: Brasil y Argentina entrarán en recesión este año y acompañarán a Venezuela, que ya lo estaba en 2014. El crecimiento del conjunto del área se quedará en el 0,9%. Las consecuencias son graves para la región, porque probablemente congelará el proceso de reducción de la pobreza y también la lenta ganancia de productividad. No obstante, tampoco deben inducir a un excesivo dramatismo para el futuro. Es evidente que las economías de la Alianza del Pacífico (Colombia, Perú, Chile, México) están resistiendo mejor las consecuencias de la crisis que las de Mercosur (Brasil y Argentina). Y la reanimación del crecimiento zonal que el FMI espera para 2016 probablemente procederá de la Alianza.
Latinoamérica, como en anteriores crisis y recesiones, paga las consecuencias de su excesiva vulnerabilidad respecto del exterior. Depende del precio de las materias primas, y el descenso brusco del precio del petróleo condena a varios países (singularmente a Venezuela) a una pérdida de ingresos vitales para sus rentas. La desaceleración de China y la recesión aguda en Rusia debilitan el comercio exterior. Brasil, por otra parte, ha sufrido una sequía que ha provocado graves tensiones sociales en São Paulo, añadidas a los efectos desmoralizadores de la corrupción detectada en Petrobras. No es casualidad que esté creciendo la desafección hacia los Gobiernos en Buenos Aires, Brasilia y Caracas; refleja una mala gestión política que complica todavía más la adopción de medidas correctoras.
Editoriales anteriores
La desaceleración en los países centrales del área pueden agudizarse un poco más cuando se ejecute una subida de tipos en EE UU a mediados de este año. Los efectos producidos por el anuncio del endurecimiento monetario de la Reserva Federal (menos inversión, depreciación de las divisas) ya se están dejando notar; y se agravarán súbitamente cuando la Fed decida elevar el coste del dinero.
Los remedios no son fáciles. La debilidad política en Brasil, Argentina y Venezuela, con Gobiernos que sufren de un deterioro grave de credibilidad, solo puede resolverse con claridad en el caso argentino, con elecciones previstas para octubre de este año. Un nuevo equipo de Gobierno, menos entregado a la demagogia y al despilfarro de los recursos públicos, debería afrontar reformas profundas en la estructura económica, empezando por la construcción —desde prácticamente cero— de un sistema fiscal que no deje a la intemperie a la población en las fases recesivas, y de sistemas bancarios sólidos que permitan canalizar el ahorro interno.
Estas recetas son válidas, en mayor o menor medida, para los países de Mercosur, cada uno con sus peculiaridades políticas propias. Pero es un tratamiento a medio plazo que requiere una dosis muy elevada de credibilidad y de liderazgo.
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