4 fotosCinco imágenes que demuestran la belleza de lo sublimeThat light doesn t have to be flourescent, that floor doesn t have to be rubberICON17 mar 2015 - 13:53CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceEsta imagen que Jordi Adrià tomó en Puerto Rico alberga en ese click que todo lo cambia años de saber mirar cada vez por primera vez. La soledad del cuerpo de un joven bailando sobre un skate sin camiseta rodeado de un paisaje sin humanos le otorga una especial fuerza a la estampa. El color aniquila la intención del que mira, ofreciendo un movimiento implícito a este paisaje costero que aloja mucha más información de lo que ocurre, y deja de ocurrir. Un lugar paralizado por la ausencia de sus vecinos, donde ni siquiera la marea se atreve a subir y la vegetación ha dejado de respetar los límites de la arquitectura. Lo sublime de esta imagen pasa por la capacidad de retratar un microcosmos que vive a la intemperie del que mira. El autor: Con el fotoperiodismo como punto de origen en su relación con la imagen, Jordi Adrià se trasladó a Londres a mediados de los 90 para contar desde su cámara a diarios como EL PAÍS, 'El Mundo' o 'El Periódico' su versión de lo que pasaba delante de sus ojos. Desde Inglaterra empezó a colaborar para revistas de moda como 'Marie Claire' o 'Vogue'. La particular visión de Adrià fue ganando terreno y explorando el campo de la foto publicitaria y retratos con un método cada vez más exhaustivo. El ojo de Jordi Adrià no ha hecho más que expandir límites ampliando el término sublime en trabajos que van desde narraciones de viajes a Tokio o Marruecos hasta retratos ultrapoderosos de personajes como Robert Smith o Iniesta.Jordi AdriàSingapur busca la perfección de cada uno de sus vértices de manera exhaustiva. Azurmendi abordó desde esta imagen una instantánea que parece pertenecer más al relato de la ficción que al de la realidad. Una jungla encarcelada es una paradoja, pero cuando Gonzalo Azumendi lo retrata es una paradoja nueva, poblada de poder y con colores que parecen vivir en su intensidad por primera vez. Aquí en el Gardens by the Bay de Singapur, se escenifica el pulso de lo contemporáneo. Un 'skyline' al fondo habla del crecimiento y del poder del cemento mientras dos tranquilos paseantes de la mano se dejan perder en un amasijo de cristal y verde. El autor: Viajar sin una cámara de fotos no es opción para Gonzalo Azurmendi. Este vasco que estudió Psicología ha retratado medio mundo publicando para medios como 'Lonely Planet', 'National Geographic', el suplemento 'El Viajero' de EL PAÍS o para Conde Nast. Una de sus mayores hazañas fue ponerle imagen a algunos de los lugares más recónditos y fascinantes del Patrimonio Mundial para la UNESCO. Conoce de qué está hecho el paisaje, y lo invita a posar en sus sesiones con el planeta ofreciéndole lo mismo que recibe: intimidad. Una intimidad que bordea las formas de lo sublime cuando el paisaje se despierta extraordinario para los ojos de este contador de historias del lado de lo visual.Gonzalo AzurmendiLa playa de Miramar, Cuba, unos niños pasan el tiempo sin saber cuándo fue la última vez que dejaron de esperar que ocurriera algo. La inmediatez con la que está tomada esta fotografía nos acerca a una escena tradicional, pero de otro tiempo. Existe un misterio sublime en el encanto que Guillermo Cervera descubrió en las marcas de una marea que ha ido creciendo y decreciendo bañando a los niños de una isla desde hace décadas. En descuidos de la atención como este, ver una foto dónde otro no hubiera visto más que una escena del pasado, ha convertido a Cervera en uno de los retratistas más extraordinarios de lo contemporáneo. El autor: descendiente de marineros, incluido el cubano almirante Cervera, ha hecho portadas de 'Rolling stone' o 'Newsweek', ha cubierto guerras (y aparecido en un documental sobre las heridas psíquicas de los conflictos) y viajes. No usa fotografía digital, lo cual explica ese alma añadido que tienen todas sus imágenes.Guillermo CerveraAlgo que es sublime es algo que es mucho mejor que la suma de sus partes individuales. El joven Albert Jodar debió saberlo la tarde que pasó en el hotel Kvines, en el recóndito pueblo noruego de Balestrand. Fue allí, en ese salón construido en el siglo XVIII, cuando vio la imagen que tienen delante. Una paz milenaria (el fiordo que ver es parte de los Sognefjord, de los más hermosos y venerados del país) y una niebla mágica, enmarcadas con pulcritud por la mano del hombre. Y sin embargo, nada de esto resulta tan poderoso, tan armónico y tan analgésico como la yuxtaposición de todos estos elementos. Su autor: Su vocación fotográfica le viene tan de lejos que fecharla no tiene sentido. Debió empezar en 1982, cuando nació en Badalona; el caso es que ya la estaba ejercitando cuando estudió Multimedia en la Universidad Politécnica de Barcelona, lo cual le llevó a estudiar un máster de fotoperiodismo. De pasó a publicar en 'El País Semanal', 'Mondosonoro', 'Music sales'... Se le da bien casi todo, pero nada tanto como los retratos, donde recrea su tendencia goyesca a los claroscuros. Así ha fotografiado a Michael Nyman, a Irvine Welsh, a Russian Red, a la Mala Rodríguez y, en su última colaboración para ICON, Jonathan Coe.Albert Jodar