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ISABEL II

La realeza británica suelta lastre

Carlos de Inglaterra quiere una monarquía más ‘pequeña’ y funcional: los escándalos que empañan al príncipe Andrés ha acelerado sus planes

La familia real en el balcón de palacio.
La familia real en el balcón de palacio.CORDON

La princesa Beatriz, primogénita de Andrés de Inglaterra y sexta en la línea de sucesión al trono, parece vivir unas eternas vacaciones si nos atenemos al escrutinio de la prensa británica, que ha dado cuenta de hasta cuatro escapadas para esquiar en Suiza o tomar el sol en el Caribe desde que dejó su último trabajo hace dos meses. No todos los llamados minor royals—los familiares que flanquean a Isabel II, al heredero y su descendencia directa— responden a esa imagen ociosa y privilegiada, pero aun así sus rostros están siendo progresivamente borrados de la foto oficial. El príncipe Carlos, que viene asumiendo un creciente papel ante la avanzada edad de su madre, quiere soltar lastre de esos personajes secundarios en pro de una monarquía “más pequeña” y funcional con su núcleo duro como único protagonista. Y la opinión pública le da la razón.

Los planes del príncipe de Gales vienen de largo, aunque han topado hasta ahora con la resistencia de algunos de los miembros de La Firma, el sobrenombre con el que popularmente se designa a la casa real. Las recientes alegaciones contra su hermano Andrés, citado en un caso de prostitución de menores, le han convencido de la necesidad de acelerarlos. Carlos ya logró visualizar esa nueva y reducida estampa de la monarquía hace tres años, con ocasión del Jubileo de Diamante de la reina que celebraba el 60º aniversario de su acceso al trono: durante la exhibición aérea que culminaba los actos, no aparecieron en el balcón del palacio de Buckingham ni sus propios hermanos, ni sus sobrinos u otros parientes. Él y Camila, junto a Guillermo, Catalina y Enrique, fueron los únicos acompañantes de Isabel II (faltaba su consorte, entonces hospitalizado).   El resto de la familia era tratado de accesorio innecesario, para especial irritación del duque de York quien, según sus allegados, se siente cada vez más “empujado a los márgenes” del protocolo real.

La reina Isabel II.
La reina Isabel II.CORDON

“¿Ha llegado la hora de reducir el tamaño de La Firma?”, planteaba el (monárquico) Daily Mail este mismo febrero ante el veredicto de un sondeo de Yougov, en el que una aplastante mayoría de británicos se decanta por sufragar con sus impuestos únicamente a ese “núcleo duro” defendido por Carlos. Sobre el papel, solo Isabel II y su marido cuentan con una asignación del dinero público, canalizado a través de los beneficios que genera el llamado Crown State (propiedades públicas de la reina, explotadas por el Estado), mientras que el heredero y su familia nutren su presupuesto con los réditos del ducado de Cornualles. Pero el contribuyente también cubre de forma indirecta el coste de los “deberes oficiales” de otros integrantes de la monarquía, que la reina incluye en la partida de sus gastos. Y no está de acuerdo. Más del 60% se opone a cualquier subvención pública de las actividades de Andrés y de su hermano Eduardo, y en torno al 80 % a la de los nietos de Isabel II (Guillermo y Enrique al margen) y de los primos de la monarca, los duques de Gloucester y Kent, la princesa Alexandra y el príncipe Michael de Kent y su esposa, una aristócrata alemana con aires de grandeza que se queja de que su actual asignación no le llega ni para salir de restaurantes. El ascenso de Carlos al trono sellaría la jubilación para éstos últimos.

En el caso de Ana, la única hija de la reina, el 39% está a favor de sufragarla y el 5%, en contra (un 10% se declara indeciso), un baremo muy por encima del resto porque la princesa es reconocida como un personaje muy trabajador y al tiempo espartano en el gasto (ha llegado a reciclar el mismo vestido a lo largo de dos décadas). Nunca se llevó especialmente bien con Carlos, pero sería difícil para el heredero prescindir de esa hermana que suele acudir en tren a todo tipo de actos y en los lugares más remotos de las islas para garantizar la filiación a la monarquía. Sus dos hijos, Peter y Zara, fruto de un primer matrimonio con Mark Phillips, se ganan la vida respectivamente en los mundos de la banca y de la equitación, sin mayor presencia protocolaria que la asistencia a bodas y otros actos familiares de la realeza.

Los príncipes Andrés (izquierda) y Eduardo de Inglaterra, con uniformes de la Marina británica, en las celebraciones del jubileo de diamante de Isabel II.
Los príncipes Andrés (izquierda) y Eduardo de Inglaterra, con uniformes de la Marina británica, en las celebraciones del jubileo de diamante de Isabel II.reuters

En los albores del siglo XXI, la reina concedió que los miembros más jóvenes de la familia debían buscar su propio camino en la vida civil. El ensayo con su hijo menor, Eduardo, resultó en un verdadero desastre, después de que la productora televisiva que fundó fuera acusada de explotar sus conexiones reales antes de acabar en la bancarrota. La esposa del príncipe, Sophie, fue destapada por la prensa en su intento de utilizar el maridaje con sangre real para beneficiar a su empresa de relaciones públicas. Desde entonces, ambos se dedican al patrocinio de causas benéficas y a cortar cintas rojas de inauguraciones. Su futuro papel en La Firma es incierto. Hasta el punto de que Eduardo teme no ser receptor finalmente del prometido título de duque de Edimburgo a la muerte de su padre. Ese honor precisaría de la aprobación de Carlos.

Pero es sobre todo Andrés quien hace lobby ante su madre para no ser eliminado de la foto, y paradójicamente el miembro de la familia real cuyo equipaje compromete hoy a la institución. Despojado de su papel como representante especial para el comercio de Reino Unido por sus relaciones financieras con dictadores, señalado como cliente de una red de abuso de menores, utilizado por su exmujer, Sarah Ferguson, como palanca para regresar a primera línea mediática…Y, sin embargo, sigue reivindicando un papel para sí y para sus dos hijas, Beatriz y Eugenia. Juega con la baza de ser el hijo favorito de la reina, en detrimento de Carlos, pero los asuntos de la corona no se dirimen bajo esos parámetros. La monarquía británica va a encoger su formato, y sólo queda por confirmar hasta dónde alcanza la nómina de ausentes del cuadro real.

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