Una sanidad no muy permanente
Un interno del CIE de Aluche (Madrid) saca una rosa a través de los barrotes de la ventana durante una manifestación por el cierre de estos centros. / OLMO CALVO
El martes 27 de mayo los periódicos españoles llevaron a todo tren en sus portadas la retirada de Alfredo Pérez Rubalcaba de la primera línea política. Era el segundo día de una resaca electoral muy convulsa debido a la ¿inesperada? subida de los partidos de izquierda -con Podemos como absolutos triunfadores del sarao- y el batacazo del bipartidismo del PP y el PSOE.
Con tanto debate, análisis, casta para arriba y casta para abajo, casi pasó desapercibida una pequeña novedad publicada en el BOE ese día: la privatización de la atención sanitaria en Centros de Internamiento de Extranjeros o CIES. Esta medida, adelantada por el blog El BOE nuestro de cada día, deja bajo mínimos la atención médica y pasa, de nuevo, a manos privadas, ya que los servicios sanitarios llevan externalizados desde el año 2010. Una vez más, el Gobierno aprovechó un momento agitado a nivel mediático para desviar la atención sobre asuntos polémicos. Aunque no viene a cuento en este blog, hay que decir que ese 27 de mayo también fue el día en que el secretario de Estado de Medioambiente, Federico Ramos, anunció la aprobación de la Declaración de Impacto Ambiental que permitirá a Repsol buscar petróleo en las islas Canarias, una decisión muy polémica por los riesgos para el medioambiente que entraña y el fuerte rechazo social que ha generado.
El Reglamento que regula el funcionamiento de los Centros de Internamiento de Extranjeros, publicado el pasado 15 de marzo, establece que deberán proporcionar "un servicio de asistencia sanitaria bajo la responsabilidad de un médico perteneciente a la Administración General del Estado".El textofue aprobado con modificaciones debido a las críticas que realizó el Consejo de Estado sobre el borrador inicial. La más llamativa, la que destacaron todos los medios, es que no se garantizaba la atención sanitaria permanente a los internos a pesar de que ellos, como el resto de ciudadanos, deben poder acudir al médico cuando quieran.
El pliego de condiciones del contrato, sin embargo, deja claro que la atención sanitaria va a estar muy lejos de ser ilimitada y "permanente", como anunció Interior. Solo hace falta echar un vistazo a los horarios de consulta: dos horas por las mañanas de lunes a viernes para los Centros de Canarias, por ejemplo. En todos los casos, la asistencia es parcial; de hecho, solo en Madrid habrá consulta los fines de semana. El Ministerio asegura que en Canarias hay muy poca gente y por eso no hace falta ampliar el horario, pero recuerda que el pliego de condiciones ofrece un punto extra por cada hora extra que la empresa aspirante sume a esos horarios mínimos. Lo que no dicen es que esta condición es solo aplicable a los centros de la Península. Canarias, otra vez, se queda bajo servicios mínimos. Es cierto que los CIE de Gran Canaria, Tenerife y Fuerteventura suelen estar bastante vacíos, lejos quedan los tiempos en que esos enormes cayucos llegaban a las playas canarias cargados con cientos de personas provenientes de África. SIn embargo, la poca ocupación no es excusa para que los que sí están ahí dentro vean mermados sus derechos. La situación recuerda a cuando la presidenta de Castilla La Mancha, María Dolores de Cospedal, intentó dejar sin servicios de urgencias a los pueblos más deshabitados de la Comunidad. La presión social y mediática la obligó a recular, pero en este caso, ¿quién va a protestar? ¿Quién escucha las voces de los que están detrás de las rejas?
La otra cuestión preocupante que plantea el nuevo concurso es que la salud de las personas internadas quedará en manos del director del CIE, un funcionario del Cuerpo Nacional de Policía, que no tiene por qué haber recibido formación sanitaria. Interior dice que estará en contacto permanente con un médico de la Administración, pero será él quien valore si alguien necesita los servicios de emergencias o no.
El problema es que, al no haber atención médica, se dan tratamientos sintomatológicos, pero hay que profundizar más, y para ello tiene que haber un médico y debe tener tu historial. Es lo que pasó con Samba Martine, fallecida en 2011 en el CIE de Madrid: fue tratada de dolores de cabeza pero tenía una enfermedad más profunda -sida- que no se apreció. Si un hombre llega con malaria y el director del CIE de turno cree que solo es una gripe -los síntomas son muy parecidos-, la situación puede volverse muy peligrosa para el paciente. Para curar la malaria, endémica en el África subsahariana, el diagnóstico precoz es indispensable porque, de lo contrario, te mueres en días u horas.
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