Las favelas “pacificadas” viven en permanente estado de excepción, con policías armados que vigilan cada esquina
Una familia cena en el interior de su casa en la favela la Rocinha.sub.coopUn niño con una camiseta que hace referencia a la celebración de las Olimpiadas en Brasil en el año 2016 en lo alto de la favela la Rocinha mientras un agente de la Policía Pacificadora pasa detrás suyo.sub.coopUn sobrino y una hija de Amarildo de Souza juegan en la casa de la familia en la favela la Rocinha.sub.coopUna niña sostiene una careta con la cara de Amarildo frente a varios agentes de la Policía Pacificadora en la favela la Rocinha durante un entierro simbólico realizado el pasado 2 de noviembre en la sede de la Unidad de Policía Pacificadora donde el hombre fue supuestamente torturado y asesinado.sub.coopObreros trabajan justo donde termina la favela la Rocinha y comienzan los bloques de apartamentos de Río de Janeiro.sub.coopCientos de personas participaron en la manifestación “grito da liberdade”, en Río de Janeiro el pasado 31 de octubre, en la que se reclamaba el respeto al derecho a la manifestación y se pedía la liberación de los detenidos en protestas previas.sub.coopUn grupo de policías siguiendo de cerca la manifestación “grito da liberdade” que se realizó en Río de Janeiro el pasado 31 de octubre.sub.coopUna calle de la favela la Rocinha.sub.coopDos agentes de la policía pacificadora en lo alto de la favela Morro da Providencia, impiden una protesta contra los derribos el pasado 24 de octubre.sub.coop
