Día del Padre: "No quiero más corbatas, por favor"
Por Carlos Ballesteros
No sé colgar un cuadro derecho. Lo siento, soy un hombre incompleto que no sabe colgar un cuadro derecho, arreglar una bombilla o hacer una mesa con sus cuatro sillas. Me da mucha pereza ponerme ropa de trabajo, buscar un nivel y un metro y buscar el mejor sitio para hacer el agujero con el taladro. Siempre que hago un agujero en una pared, aparte del desconchón que hago en la pintura, tengo el don de encontrar justo el cable eléctrico que estaba escondido tras el yeso, partirlo, hacer que salten los plomos de casa, generar una avería mayor cuando no provocar un cortocircuito que acabe en incendio de casa. De nada me sirve el aparato que detecta la presencia de cables ocultos y ayuda a hacer el agujerito, pues para eso primero tendría que tener taladro y, claro está, un buen pantalón de trabajo de esos que tiene mucho bolsillos y un juego de herramientas todas ordenaditas, limpias, relucientes para así además tener entretenimiento los domingos por la mañana.
Al trabajo hace mucho que voy vestido de manera business casual, que es como se llama a llevar camisa y pantalón con pinzas sin caer en la ropa deportiva y los vaqueros, que no estarían bien vistos en mi trabajo. Así que no, no quiero una nueva corbata para añadir a mi colección que año tras año se incrementa y ocupa espacio en el armario. Creo que con la docena y media que ya tengo, de todos los colores estampados y tejidos posibles, me es suficiente para las escasas dos o tres veces al año que me pongo una de ellas. Tampoco suelo venir perfumado a trabajar. Como mucho uso unas gotas de colonia de esa a granel que compramos cuando los niños eran bebés.
No hago deporte. Así que de nada me sirven los zapatos náuticos para subir a bordo de un velero, ni el chándal y la ropa ajustada y traspirable para correr por un circuito urbano de asfalto recalentado; mucha menos utilidad le veo a los relojes cardiointeligentes ni a las zapatillas runnerfantasticas... Tampoco necesito un bono de 12 horas de gimnasio para hacer spinning, step, fitness o cinta, ni para moldear mi cuerpo en horribles máquinas que no entiendo cómo funcionan. Raquetas de pádel, no por favor, mi codo no aguanta; palos de golf: demasiado pijo a pesar de que ahora haya campos municipales.
Reconozco que los spas y demás sitios relajantes donde cuidan mi cuerpo con aceite, masajes y agua me encantan…..¡no soy tan tonto como para no dejarme mimar con música, chorros de agua, vapores y jabones olorosos! Pero también soy consciente de que algo parecido puedo tener en casa, con mi pareja –lo cual abre una perspectiva diferente y mas interesante- o simplemente bajo los helados chorros de un río de montaña recién nacido que caiga entre rocas y cascadas naturales que golpeen mi machacada espalda.
El coche…. seguro que cuando cuente esto me echan del club del hombre perfecto. Tiene alguna que otra raya en la pintura, no sé qué tipo de aceite usa….¡por no saber no sé ni qué tipo de motor ni cuántas válvulas tiene! Así que no, no quiero una funda para el volante, unas gafas de sol para conducir ni necesito un kit del perfecto dueño (que incluye gamuza de doble capa).
Vinos, quesos, patés….vale, me encantan pero ni mis triglicéridos, ni mi colesterol, ni otros tantos índices que al parecer ahora las farmacéuticas han decidido que son preocupantes cuando antes eran normales me permiten determinados excesos…. Si acaso unas zanahorias (orgánicas por supuesto).
Teléfono móvil ya tengo, y funciona bien; mapas para el coche no los necesito (siempre me he orientado bien y además soy de esos a los que no les importa preguntar cuando llega a los sitios); máquina de afeitar ¡pero si llevo barba desde hace más de 17 años!; y no, tampoco necesito cinturones, tirantes, gemelos, relojes, zapatillas, maletas…
Tengo la sensación que, si hago caso a las revistas y periódicos de estas dos últimas semanas, si hubiera una asignatura del padre perfecto yo la suspendería. ¡No hago nada de lo que se supone que debe hacer un padre! ¡No me interesan las cosas que deben interesarme! El perfecto padre del que hoy celebramos su día sabe colgar cuadros, tiene las herramientas en perfecto estado de revisión, sabe qué tipo de aceite usa su coche y sobre todo cuántas válvulas tiene el motor, practica algún deporte que necesite equipamiento del caro y del que luego pueda hablar y presumir y, sobre todo ¡lleva corbata!
Si no eres un perfecto padre no te podemos regalar nada. Y sin embargo, durante años he recibido cantidad de regalos: portalápices hechos con pinzas de la ropa, marcos de fotos rodeados de garbanzos y lentejas, una jirafa de papel para dejar/recibir mensajes de mis hijos… Espero seguir recibiéndolos muchos 19 de marzo más, aunque se hagan mayores.
Imagen de apertura: pancarta de la campaña "Independent we stand" para incentivar en el Día del Padre la compra en comercios locales (EEUU), vía Flickr
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