Saharauis y sefardíes
El último Consejo de Ministros aprobó la concesión de forma automática de la nacionalidad española a los descendientes de los judíos sefardíes expulsados en 1492 por los Reyes Católicos. Con esta medida se pretende reparar un agravio histórico, basándose en la existencia de vínculos culturales, lingüísticos y hasta sentimentales entre la comunidad sefardí y España.
No podemos dejar de acordarnos de “otros” españoles que también fueron expulsados de su territorio y abandonados a su suerte hace ahora casi 40 años. Me refiero, claro está, a los saharauis, habitantes del antiguo Sáhara español.
No podemos tampoco olvidar que los saharauis llegaron a ser, por obra y gracia de la política colonial del franquismo, habitantes de la provincia española número 53. No conservan la llave de la casa de Toledo porque nunca la tuvieron, pero muchos guardan celosamente sus carnés de identidad españoles, hablan español y lo enseñan en sus escuelas. Existe un paralelismo demasiado obvio entre sefardíes y saharauis, aunque el tratamiento en uno y otro caso es muy distinto: es fácil constatar en los medios las numerosas dificultades de estos últimos para conseguir la nacionalidad española.
Sin entrar en consideraciones jurídicas, parecen existir motivos más que suficientes para equiparar a saharauis y sefardíes y reparar también en la medida de lo posible esa otra injusticia histórica.
Aunque tal vez resultaría impactante ver a muchos miles de “españoles” viviendo como refugiados en un campamento argelino o sometidos a la ocupación marroquí de su territorio.— Francisco Fernández Santamaría.
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