Los recortes llegan a las becas Erasmus
El ministro Wert, en su voluntad de castigo al más débil, decide ahora recortar con carácter retroactivo las becas, ya de por sí magras, de los estudiantes de Erasmus (una decisión que luego revocó). En 1991 me marché de Erasmus a Alemania, un año que cambió mi vida. Ayudado por aquel fructífero curso encarrilé una tesis doctoral y pude acabar como científico en la Sociedad Max Planck. También me convertí en profesor de Universidad. Hay millones de historias así, de personas que encontraron nuevos horizontes en el programa europeo de más impacto social que ha habido jamás. No son solo historias de juergas y fiestas de estudiantes viajando por ciudades de toda Europa, sino de algo mucho más importante, en lo personal y lo académico.
No sabemos si las Administraciones aspiran ahora, después de fomentar subidas de tasas e incluir a los alumnos en la asfixia de investigadores y docentes, a evitar que más jóvenes “se asomen al exterior” y empiecen a hacer comparaciones y a exigir a su vuelta algo más que vía libre para el botellón o el derecho a una hipoteca. Después de un año en el extranjero, a muchos incluso se les borra ese provincianismo futbolero y gastronómico que tanto gusta a nuestras élites económicas, políticas e informativas, y eso no podemos permitirlo. ¡Faltaría más!— Eduardo Ros Ibarra. Científico de plantilla en la Sociedad Max Planck y profesor en excedencia de la Universidad de Valencia. Bonn, Alemania.
Seguramente las becas Erasmus en nuestro país necesiten ser repensadas, seguramente hay que reformarlas como tantas otras cosas que no funcionan bien en España. Pero la solución no pasa por eliminar de golpe y porrazo, con efecto retroactivo, el dinero que esperaban recibir los becados para este curso académico. Eso crea inseguridad jurídica y económica.
Se podría pensar en dar ayudas en función de la renta, del coste de la vida del país al que se va o intentar terminar con las desigualdades en las becas en función de la comunidad autónoma de la que provengas (ahí sí que se han visto burradas de dispendio público). Pero no se puede terminar con uno de los mejores instrumentos con los que España cuenta para acabar con el desempleo juvenil y para la formación en nuestro país.
Salir a estudiar a otros países nos permite ver cómo funcionan las cosas en otros sitios, ver cómo trabajan en otras culturas. Muchos pueden pensar que yo solo iba de fiesta y de viajes cuando fui adjudicatario de una beca Erasmus a Polonia, pero mi inglés mejoró tres veces más de lo que hubiese progresado en un año de su estudio en España, aprendí a trabajar y convivir con alemanes, belgas, checos, italianos, etcétera y, hoy por hoy, me está abriendo puertas a iniciar entrevistas de trabajo y procesos de selección que veremos en qué terminan.
No se puede cerrar la puerta a otras personas a lo que a muchos nos ha beneficiado. Hay que darles la oportunidad de ser más competitivos, de tener mejores habilidades y capacidades laborales. España necesita que los españoles salgamos de nuestro país para mejorarlo.— Alejandro Ruiz París. Afiliado de 23 años al Partido Popular. Chinchón, Madrid.
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