Un ‘problema lingüístico’
Los partidos políticos “clásicos” (conservadores, socialdemócratas, etcétera) ofrecen sus soluciones a los ciudadanos, y estos votan. Los “nacionalistas”, al revés: inventan problemas de los ciudadanos y se ofrecen a arreglarlos. Los primeros tienen relaciones normales con sus colegas ideológicos vecinos; los segundos, depende. No creo que los nacionalistas catalanes y españoles se amen. En algunas zonas bilingües como Bélgica o Cataluña, los nacionalistas convierten en conflicto la riqueza de tener dos idiomas.
Una curiosidad: en tiempos de Alfonso X el Sabio (siglo XIII) el gallego llegó a ser la lengua de la lírica en Castilla (recordemos las célebres y variadas cantigas), y una de las lenguas oficiales de la corte. No creo que Alfonso X tuviese especial predilección por Galicia; más bien sospecho que no había nacionalistas castellanos que dijesen “¡Fuera el idioma gallego!”.
Después, con el “progreso”, llegaron las naciones y las provincias y con ellas los nacionalismos y los provincianismos; de ser un idioma oficial de Castilla, llegamos a lo de “gallego el último”; una degradación cultural del provincianismo castellano. Menos mal que el provincianismo parece terminarse con las últimas generaciones. Espero que el nacionalismo siga el mismo camino.
Conozco a fervientes nacionalistas españoles que no han leído El Quijote; prueba irrefutable de que los idiomas no precisan de los nacionalismos.— Ignacio Rodríguez.