Bélgica quiere recibir a su monarca en la intimidad
El Gobierno congela la asignación del nuevo monarca, que accederá al trono el próximo día 21
La próxima abdicación del rey Alberto II ha dado la vuelta al mundo, pero Bélgica quiere recibir a su nuevo monarca en la intimidad. La ceremonia de coronación, el próximo 21 de julio, apenas diferirá de otras celebraciones realizadas ese día, fiesta nacional belga. Y la dotación que tendrá la Casa Real bajo a partir de ahora será idéntica a la de Alberto II, con la diferencia de que pagará IVA, con lo que la partida neta será inferior. La austeridad condiciona el relevo en el trono belga.
El Gobierno, en plena negociación de un presupuesto restrictivo para el país, no ha querido sobrepasar la partida prevista para la celebración del día nacional. Y por ello pretende festejarla casi como si no hubiese sucesión. Salvo cambios posteriores, de momento eso implica que no asistirán al acto otras realezas, solo los embajadores de todos los Estados con representación en Bélgica. Desaparece así uno de los principales elementos de glamour de cualquier ceremonia de coronación: la presencia de sus pares en otros países.
Alberto II traspasará a sus 79 años el trono a su hijo Felipe, de 53. Tras 20 años de reinado, el monarca alega motivos de salud para pasar el relevo a su primogénito, aunque los escándalos que rodean a la monarquía han acelerado el proceso. Desde que se produjo el anuncio, hace casi una semana, muchos belgas han sacado a sus balcones la bandera nacional, difícil de ver en un país donde la confrontación entre flamencos y valones diluye hasta el extremo la sensación de pertenencia a Bélgica.
La prensa belga ha publicado hoy que el nuevo monarca recibirá la misma asignación anual que mantenía su padre: 11,5 millones de euros. El gabinete del primer ministro, Elio di Rupo, tomó ayer esa decisión en un comité ministerial restringido. El pago de impuestos al que a partir de ahora tendrá que hacer esa cantidad (IVA y otros tributos) supondrá una reducción de entre el 7% y el 8%.
La fiesta nacional del próximo 21 de julio comenzará con el himno cristiano Te Deum en la catedral de Bruselas. Después Alberto II firmará la abdicación y sobre el mediodía Felipe jurará el cargo ante el Parlamento. La jornada seguirá, como es habitual, con un desfile militar. A continuación, Felipe y su esposa Magdalena saludarán desde su balcón, ya como nuevos monarcas.
Una de las novedades del jefe de Estado belga será su nombre. Porque el paso de príncipe a rey comportará la desaparición del nombre en flamenco, uno de los dos idiomas oficiales de Bélgica. Hasta ahora Felipe era designado Filip o Philippe, según se refiriesen a él en lengua neerlandesa o francesa. En el momento en que sea rey, pasará a llamarse simplemente Philippe porque es el nombre que figura en su partida de nacimiento. La cuestión puede resultar controvertida en un país donde el partido más votado es el nacionalista flamenco N-VA y las cuestiones lingüísticas resultan muy sensibles para la población.
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