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Tribuna
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Un panorama desolador para los investigadores

El precio que se pagará por las medidas tomadas va a ser altísimo

Hace poco la prensa recogía la noticia de un joven investigador español que, al mismo tiempo que recibía un importante premio de la Sociedad Europea de Física por sus “contribuciones excepcionales a la física experimental de partículas”, era rechazado por el Programa Ramón y Cajal de nuestro país. Este programa fue creado hace una década para captar investigadores de calidad, especialmente investigadores españoles en el extranjero que deseaban volver. Actualmente es casi la única posibilidad en España para iniciar una carrera investigadora con perspectivas de continuidad.

El año pasado se convocaron 175 plazas entre todas las especialidades científicas. Las características de la convocatoria llamaban la atención. A los solicitantes se les pedía únicamente un currículum vitae (CV), en el que debían señalar las aportaciones a su juicio más relevantes. Ni proyecto de investigación, ni cartas de referencia, ni siquiera una relación de los centros en los que esperaban desarrollar su proyecto. Solo un CV y, además, totalmente pautado. En la jerga ministerial esto se llama un CV Normalizado (CVN). El CVN es una anomalía genuinamente española, que no existe en otros países: para que se hagan una idea, si al redactar el CVN uno ha recibido un premio Nobel, debe consignarlo en “otros méritos”. En España se ha instalado la idea de que la investigación debe evaluarse con medios “objetivos”, mediante una contabilidad de publicaciones y citas en revistas científicas, y además asépticos, sin contacto con los evaluados. Es una idea profundamente equivocada que lleva a tomar decisiones erróneas con frecuencia.

Una convocatoria de estas características es difícil de imaginar en países más avanzados de nuestro entorno. A modo de comparación, tomemos un ejemplo reciente que conozco con detalle por haber participado en el proceso de selección: la convocatoria de una plaza de profesor en una universidad alemana de prestigio. Es una plaza de la escala W1, la más baja, para tres años, prorrogable a otros tres si hay evaluación positiva. Al final de los seis años se extingue la plaza y quien la ocupa debe buscar otro destino.

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En España se evalúa la investigación mediante una contabilidad de publicaciones y citas
en revistas científicas

Se anuncia profusamente (en inglés) en redes y boletines internacionales. Los candidatos envían una carta de motivación, un proyecto de investigación y un CV detallado (sin formato fijo, desde luego). Después de analizar la documentación, se preseleccionan unos seis candidatos. Se cita a los seleccionados para unas pruebas en la universidad en cuestión, que consisten en: 1. Una clase de 30 minutos sobre un tema comunicado previamente al candidato; además de profesores, hay estudiantes presentes, que al final de la clase evalúan al candidato por escrito. 2. Una exposición científica de 30 minutos de un tema de investigación del candidato; además de investigadores, hay estudiantes de doctorado, que también evalúan la presentación. 3. Una entrevista de 30 minutos con: un especialista del área de investigación del candidato, un especialista en temas docentes, el director de la comisión, que es de otra especialidad, y dos estudiantes de doctorado. Se le pregunta al candidato, entre otras cosas, por su motivación al concurrir a la plaza, su experiencia docente e investigadora, y si conoce las responsabilidades asociadas.

Una vez acabado este proceso, se envía el dossier de los candidatos preseleccionados a expertos externos para su evaluación. Algunos expertos son contactados telefónicamente para oír de viva voz su opinión sobre un candidato. Al cabo de pocas semanas se toma una decisión y se comunica a los candidatos, en febrero o marzo, para que el seleccionado pueda incorporarse a principio de curso. Y todo esto para una plaza de profesor ayudante no permanente. Pueden imaginar que el proceso de selección para una plaza de catedrático se trata como un asunto de Estado, y así es, en efecto, un asunto de importancia capital que involucra directamente a las máximas autoridades académicas de la universidad.

Este es solo un ejemplo, pero hay muchos más. En los últimos años la convocatoria de becas predoctorales, pieza básica del sistema de investigación de un país, ha sufrido, además de los recortes, todo tipo de retrasos e incidencias, que perjudican muy gravemente a los jóvenes que quieren investigar. El panorama de la investigación en España es realmente desolador: se recortan las partidas drásticamente, se retrasan arbitrariamente las convocatorias de becas y proyectos, se cambian las normas a mitad de una convocatoria. A este ritmo España va a perder definitivamente el tren de la investigación. Lo estamos viendo con nuestros jóvenes investigadores, la mejor generación que ha tenido nunca este país: se van y difícilmente volverán. Los que se quedan encuentran un panorama deprimente, sin apenas oportunidades. El precio que pagaremos por ello será altísimo, no les quepa ninguna duda.

Marc Noy es catedrático de la Universitat Politècnica de Catalunya.

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