El sable más ‘sexy’ del chavismo
Modelo, esgrimista olímpica y ahora ministra de Deporte del gobierno de Nicolás Maduro
La esgrima, deporte que en Londres dio el año pasado a Venezuela su primera medalla de oro olímpica desde 1968, aporta ahora a la primera ministra de gobierno que viene directamente de las pistas: Alejandra Benítez Romero. Participante en tres Juegos Olímpicos, es vicecampeona panamericana de sable y vigente campeona sudamericana. Tiene credenciales suficientes para ocuparse del ministerio del Deporte, como se lo encargó el presidente Nicolás Maduro el domingo. Pero es, sobre todo, chavista, muy chavista.
Diputada suplente por Caracas en las listas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en la Asamblea Nacional ha sembrado fama de radical. De radical libre, además. Pues, si bien se ha amoldado a la disciplina partidista, antes no tuvo empacho en criticar con mordacidad y cuando le vino en gana a las autoridades de una revolución que ha hecho del deporte de alta competencia un asunto de Estado.
Sin embargo, no es por nada de esto que las fotos de esta atractiva caraqueña, morena y con ojos verdes, circulan ahora por todo el mundo. Benítez hizo algunos pinitos en el campo de la moda. Odontóloga de profesión, a punto de cumplir 33 años y de retirarse del deporte de élite, muestra en bañador la figura definida de quien, además de esgrima, también ha practicado ballet, natación y judo. Su designación como ministra recobró una foto de 2008, en estos días una de las más populares en la red, para la que posó desnuda y que ilustró la edición del aniversario de la revista dominical del diario Últimas Noticias
Durante años Benítez —oriunda de la parroquia Antímano, un sector deprimido del oeste de la capital venezolana— vivió en París, su base de entrenamiento, pero también meca mundial de la moda. Allí participó en algunas sesiones de foto como modelo y adquirió una disposición a la coquetería acorde con la tradición de Venezuela, país que se precia de ser un importante productor mundial de reinas de belleza.
“Quiero inspirar a las niñas del barrio, que el estereotipo físico no solo debe ser visto como símbolo sexual”, explicó Benítez en una entrevista, justo después de lanzar al mercado su propio almanaque de fotos picantes en 2010. “Más allá de la belleza física o sexual, quise mostrar una imagen de pureza, de ternura femenina”.
La afiliación política es la forma que ha adoptado para mostrar su lealtad personal a Hugo Chávez. En 1999 conoció al líder revolucionario, quien, confiesa, “me dejó impactada”. En diversas citas electorales le brindó apoyo, y en 2012 fue protagonista de un spot televisivo para la campaña presidencial. Durante las exequias del comandante, en marzo de este año, Benítez estuvo entre los primeros en hacer guardia de honor junto al féretro.
Portavoz de algunas de las marcas del Estado venezolano, militante de causas sociales como la de los discapacitados, en buena hora aparece como parte del gabinete ejecutivo. El naciente gobierno de Nicolás Maduro enfrenta una crisis política de gran escala y lleva plomo en el ala, después del drenaje de respaldo popular que sufrió en las elecciones del 14 de abril.
Benítez, que anda en motoneta por las calles de Caracas, que vence el pudor para interpretar música llanera o para cantar en televisión los premios de una lotería que recaudaba fondos para la campaña aporta una cara simpática y humanizante para un régimen que no las lleva consigo.
Pero, atención, fans: está casada desde 2011 con Ricardo Diez, hijo de uno de los más famosos entrenadores de baloncesto en Venezuela, Francisco Paco Diez.
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