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Las incógnitas que dejó Morente

El informe médico forense se ha ratificado en sus conclusiones: no hubo negligencia médica La familia, sin embargo, lucha por que prospere un proceso donde aún hay contradicciones y lagunas por esclarecer

Elena G. Sevillano
El cantaor, en el estudio de grabación de Mejorada del Campo, en 2008.
El cantaor, en el estudio de grabación de Mejorada del Campo, en 2008.santi burgos

La muerte de Enrique Morente dejó dolor y dejó dudas. Dos años después del fallecimiento del cantaor, el proceso judicial que emprendió su familia se encuentra en un punto clave: la instrucción del caso está prácticamente terminada, los imputados han declarado ante el juez y se han visto todos los informes. La clínica La Luz, donde el cirujano Enrique Moreno operó al artista de un cáncer de esófago, va a pedir el archivo del caso. La familia de Morente no se rinde. “¿Qué pasó allí dentro? ¿Por qué no se le intervino antes? ¿Estaría vivo si en la clínica hubiera habido un cirujano?”, se pregunta Javier Conde, marido de Estrella Morente y portavoz de la familia.

Las declaraciones de los 9 médicos que han estado imputados, de los 12 testigos y los 11 informes periciales han aclarado muchos aspectos de lo que sucedió en la madrugada del 6 de diciembre de 2010. Pero sigue habiendo incógnitas, contradicciones y lagunas. Muchas aparecen en el informe del médico forense que la semana pasada se ratificó en sus conclusiones: no hubo negligencia médica. Las piezas que le faltan al rompecabezas son las que impiden a la familia pasar página. “Con todas las evidencias escritas y documentales que hay, prefiero ni plantearme un posible archivo”, dice Conde. “Hay muchas cosas que no entendemos”.

Morente bajó muerto de la reintervención. ¿Por qué nos lo ocultaron?

El forense es categórico en sus conclusiones: la actuación médica “se ajusta a la lex artis por parte de todo el personal facultativo que le intervino”. Sin embargo, su informe contiene afirmaciones que alimentan la desconfianza de la familia. La hora a la que fue operado Morente es una de ellas. El informe deja clara la secuencia. Pasadas algo más de 30 horas de la primera intervención, que fue satisfactoria, el paciente tiene una crisis. A la una de la madrugada del 6 de diciembre presenta una brusca bajada de tensión y se queja de dolor. A las 2.04 llegan los resultados del análisis que confirman la sospecha de hemorragia. La clínica, que no tiene cirujano de guardia —algo habitual en hospitales privados y públicos pequeños—, avisa al doctor Moreno. El paciente sube a quirófano a las 3.30 horas.

Enrique Moreno, sin embargo, declaró que llegó a la clínica a las 2.25, examinó a su paciente en la UVI y lo operó a las 3.00. La enfermera de la UVI aseguró al juez que “no vio al doctor Moreno” y que “estuvo en todo momento con el paciente”. El forense también duda de la versión del cirujano. Dijo que no pensaba que el doctor Moreno estuviera a las 2.25 en la UVI, que “no estaba muy seguro de eso”. El cirujano señaló también que no se le había transfundido sangre, cuando en los registros constan dos bolsas y lo confirman la enfermera y el médico de la UVI. “Moreno dice que al paciente no se le ha transfundido sangre y que opera a las 3.00, cuando está demostrado que no es así. Eso nos lleva a pensar que miente”, señala Rafael Martín Bueno, uno de los abogados de la acusación. 

Cronología de una madrugada

1.00 del 6 de diciembre de 2010. Enrique Morente, operado 30 horas antes de un cáncer de esófago e ingresado en la UVI de la clínica La Luz, sufre una crisis. Le baja la tensión bruscamente y se queja de dolor en el lado izquierdo. "Por una hipotensión no se tiene por qué llamar al cirujano encontrándose dicho paciente en la UVI", dice el forense.

2.04. Llegan los resultados de la analítica que confirman la sospecha de hemorragia. El médico de la UVI llama al cirujano que ha operado a Morente, Enrique Moreno.

2.25. El doctor Moreno dice que ya está en la clínica y que examina al paciente en la UVI. La enfermera del paciente dice que no le vio y que no se separó del paciente. El forense tampoco cree que estuviera allí a esa hora.

3.00. Según el relato de Moreno, empieza la intervención. Sin embargo, la enfermera marca la subida a quirófano a las 3.30 horas. A las 2.59 horas transfunden plasma al paciente en la UVI.

3.30. Hora a la que el forense cree que realmente empieza la intervención para detener la hemorragia. Morente sufre una parada cardiaca que le provoca daños neuronales.

En el quirófano, Morente sufrió una parada cardiaca. No llegó suficiente oxígeno al cerebro y eso ocasiona un daño irreversible. La familia no deja de dar vueltas a los tiempos. ¿Por qué no cuadran los que da Moreno? ¿Por qué, si había sospecha de hemorragia a la una, no se operó hasta las 3.30, tal y como confirma el informe del forense? ¿Podría el resultado haber sido distinto de haberlo hecho antes? “Que no se puede saber si se hubiese subido al paciente antes al quirófano, es decir, a las 2.00, si se hubiera evitado la fibrilación ventricular, aunque cuanto antes hubiera llegado al quirófano, posiblemente mejor habría sido”, asegura el forense en el juzgado. Sin embargo, en su informe concluye que “fue prácticamente imposible actuar con mayor celeridad”.

El informe, de 67 páginas y determinante para que el juez tome una decisión sobre si abre juicio oral o archiva el caso, también habla de “testimonios contradictorios” sobre el número de drenajes que le habían puesto a Morente en la primera operación. El cirujano dice que dos; la documentación señala que solo uno. El drenaje, según el abogado de la acusación, podría haber permitido detectar antes la hemorragia y, por tanto, operar antes. El abogado de la clínica, Pablo Castañeda, admite la “confusión” de Moreno en este punto, pero le resta importancia. También al hecho de que algunos informes clínicos aparecieran después de que el juzgado enviara a un secretario acompañado de la policía a recoger la historia clínica a La Luz. El forense detectó “cierta falta de rigor documental”, pero tampoco le dio importancia y descartó la “manipulación”. Uno de los informes, el de un oncólogo, se aportó un año y tres meses después. 

El forense concluye su informe asegurando que opina que el origen de la denuncia ha estado en “un malentendido” provocado por una posible “descoordinación” en la información que se facilitó a la familia. Javier Conde lo llama “engaño brutal”. “Enrique Morente bajó muerto de la reintervención. ¿Por qué nos lo ocultaron? El doctor Moreno le decía a mi mujer que le cantara para despertarlo. Yo le vendaba los ojos para que no lo viera así. Y ella cantando allí día y noche”. Demasiadas preguntas para una familia afligida y que acusa de “falta de claridad y de honestidad” al equipo médico. ¿Qué habría sucedido de haber sido otro el trato? “Lo hubiéramos tenido que asumir”, reconoce Conde.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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