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Màxim Huerta: "Siempre he sido pequeño, peludo y suave"

Una charla con el presenmtador sobre las mujeres como protagonistas literarias, vestir a lo Marichalar y la rivalidad por el amor de Ana Rosa

Ilustración de Màxim Huerta.
Ilustración de Màxim Huerta.TOMÁS ONDARRA

Pregunta. Una tienda en París, su tercera criatura novelada, está entre los primeros libros más vendidos. ¿Cree que es para tanto?

Respuesta. Los piropos y los regalos, bienvenidos sean. Para mí, que esté bailando en el cuarto o quinto lugar es un regalo.

P. En su primer libro hablaba de las tripas de la tele. No arriesgaría mucho cuando sigue vivo.

R. Yo creo que arriesgué demasiado. Fui un inconsciente y un incendiario, propio de un valenciano.

P. Porque son ustedes muy falleros para sus cosas.

R. Y para quemarnos a nosotros mismos, también.

P. Dice que suele enamorarse de sus protagonistas. Fuera de la ficción, ¿está a por uvas?

R. Fuera de la ficción he pasado periodos de sequía. Supongo que me toca el periodo de barbecho ahora, y de recoger frutos. Pero yo soy muy solitario.

P. Sus protagonistas son siempre mujeres. ¿Se aburre con las limitaciones de los hombres?

R. Es que creo que la mujer, genética y emocionalmente, es muy superior al hombre.

A corta distancia

Café Comercial de Madrid. Ahí, en una mesa del fondo, lee y corrige sus textos. Está cerca de su casa, y este es como su segundo salón. O despacho. Caña en ristre, explica que lleva casi quince años, desde que llegó a Madrid, bajando a desayunar. Es, cuenta, parte del mobiliario. Para comer, algún bareto de Malasaña, porque no toca un fogón: “Secundario en la tele y pinche en la cocina”, se define. Su último libro transcurre en París, adonde dice que acabará yéndose.

P. Con El susurro de la caracola, su segunda novela, tuvo 10 ediciones, y la de bolsillo. A ver si va a resultar que sabe escribir.

R. Al menos, sé que disfruto escribiendo, pero porque soy un lector voraz. Y escribo como consecuencia de leer. En mi casa se lee mucho.

P. Le encanta hacer cameos en series de televisión ¿Quién querría ser en el discurso de Navidad del Rey?

R. La foto, porque me parece que editorializa más que las propias palabras del Rey. Aparece y desaparece la Princesa, aparece la mujer, no aparece la mujer, los niños, el hijo, la selección... Siempre estoy pendiente de la foto que cuelgan.

P. Ana Rosa, con quien copresenta El programa de Ana Rosa, ¿le quiere más a usted o a Joaquín Prats?

R. Ana Rosa me quiere más a mí porque son muchos años. Aunque solamente sea por relación matrimonial, me quiere más a mí.

P. ¿Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor, como dice la canción?

R. Y últimamente, de la corrupción. Y como valenciano me molesta infinitamente que todos los casos de mierda se relacionen con Valencia.

P. Si Rita Barberá protagonizara un libro suyo, ¿sería una novela negra, un misal o un relato porno?

R. Una novela negra con mucho policía. Lo digo por eliminación.

P. Uno de sus títulos de cabecera es Platero y yo. ¿En quién piensa que sea pequeño, peludo y suave?

R. Yo [ríe]. Siempre he sido pequeño, peludo y suave.

P. ¿Y también blando por fuera, que parece de algodón y no tiene hueso?

R. Pero por dentro, fuerte. Soy influenciable, pero poco permeable. Y pequeño, peludo y suave… Mis perras.

P. ¿Las pasea y las saca usted mismo?

R. Al revés. Ellas me sacan a mí.

P. Le sacan a hacer pis.

R. Me sacan a hacer pis. Ellas son las que me pasean.

P. Confiesa que el Twitter y el gin-tonic son sus dos adicciones. ¿Qué se calla?

R. Nunca cuento quién apaga la luz en mi casa [risas].

P. Porque usted es de los que prefieren la luz apagada.

R. Sí. Me gusta mucho apagar la luz. Más que encenderla, porque no me gusta madrugar.

P. Dice que ya no viste a lo Marichalar. Ahora qué va, ¿a lo Urdangarin?

R. Qué horror. No. No tengo ninguna empatía ideológica con la Casa del Rey. Es que yo al principio decía a todo que sí, y me vestía como me mandaban. Y recuerdo haber ido vestido muy Marichalar. Espantoso. Me sentía ridículo, y lo más alejado de mí estilísticamente. Y espero no parecerme a Urdangarin, con esa cara que se le ha puesto de preso.

P. Se considera más sensual que sexual. Ha dicho: “Me gusta más la víspera”. Luego, ¿el día de autos nada de nada?

R. No, yo soy más de la víspera. Como el refrán catalán: De la festa, la vespra. Y creo que es mucho más emocionante y sexualmente morboso la cena, el cine, el café y el vino hasta que te quitas la ropa.

P. ¿Ahora qué perpetra?

R. Una nueva novela. Dicho así, parece una amenaza, pero estoy metido de lleno ya en los años setenta. Y las mujeres me deben de haber abandonado, porque los protagonistas son masculinos. He empezado la novela desde el pudor de los sentimientos masculinos.

P. ¿La situación de España no le inspira nada?

R. Creo que el país está como anestesiado. Aún no es consciente de lo mal que está. Nos tratan como si fuéramos los hijos, lo estamos haciendo por vuestro bien todo. Y a mí esa sensación de padre me horroriza. El Gobierno no es mi padre.

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