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Columna
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El Apócrifo

Tiempo de paradojas en España. El Gobierno está perdiendo apoyos que parecían incondicionales.

Manuel Rivas

Tiempo de paradojas en España. El Gobierno está perdiendo apoyos que parecían incondicionales. La opinión conservadora ha criticado de forma unánime la toma gubernamental de RTVE, la radio y la televisión públicas. “Esto es chavismo puro y duro”, denuncia en un editorial de una vetusta cabecera periodística, equiparando al Gobierno español con la política informativa atribuida al presidente venezolano Hugo Chávez. El asalto gubernamental ha provocado un auténtico incendio en las redes sociales y ha chamuscado también a los medios impresos. La protesta radical de periodistas e intelectuales independientes, estilo FAES, abre la puerta a una rectificación. “Ahora que nos parecíamos a la BBC, vamos hacia el exultante vacío de Telemadrid”, declaró desencantado un intelectual, ex-maoísta y que hoy se define como afín al pensamiento conservador liberal. Por si esto fuera poco, la Iglesia ha reaccionado con una dureza inusitada al anuncio gubernamental de abandono de atención sanitaria a los inmigrantes indocumentados, así como al propósito de no permitir la escolarización de sus hijos. En un régimen de facto nacional-católico, a pesar de la Constitución, esta toma de postura de la Conferencia Episcopal española, que encabezó manifestaciones callejeras contra el anterior gobierno progresista, adquiere una especial relevancia. De acuerdo con la doctrina social del cristianismo, la Iglesia condena sin contemplaciones estas medidas de exclusión que llevarán a un apartheid social e inhumano. “No podemos permitir que se trate a las personas como ex-personas”, declaró el portavoz episcopal. Y destacó que, si es necesario, los colegios tutelados por la Iglesia abrirán de par en par sus puertas, gratuitamente, a todos los niños sin escolarizar, sin distinción de origen. Este portavoz repudió la división de la sociedad española entre “ellos” y “nosotros” y el uso reiterado del término “extranjeros” por parte de altos cargos que puede acabar generando odio y xenofobia. “Tempora habemus difficilia”, dijo el arzobispo Antonio Rouco, “porque cuanto más profundo es el silencio, peor es el demonio”. Amén.

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