La peligrosa dureza del merengue francés
"Repostería de destrucción masiva: a ver si España se convierte en el primer país democrático del mundo que condena a alguien a 10 años de cárcel por un tartazo"
La gastronomía tiene algo de invasivo en estos tiempos y se cuela donde menos te lo esperas. No contenta con tomar la televisión, el cine, la música o la moda, ya aparece hasta en el ámbito político-judicial. En el último lugar en que esperaba encontrarme una nota culinaria es en el conflicto que mantiene la llamada izquierda abertzale contra el resto de la humanidad vasco-navarra por el trazado del tren de alta velocidad (TAV). Pero ahí estaba ella, luciendo palmito en el caso tartazo.
Resumo: la Audiencia Nacional ha procesado por delito contra la autoridad a un concejal de Arruazu (Navarra) y a tres miembros del colectivo anti-TAV Mugitu! por estampar tres tartas en la cara a Yolanda Barcina. Los hechos, que se produjeron en octubre en Toulouse, colocaron a la presidenta de la Comunidad Foral dentro de una honorable estirpe de tarteados de la que forman parte Bill Gates, Rupert Murdoch o Bernard Henri-Lévy. Pero el detalle más grande del sumario es este: Barcina alega que los pasteles le hicieron daño debido a “la dureza del merengue francés”.
En el vídeo, el tartazo a la presidenta se ve más bien pastoso
Vaya por delante mi rechazo frontal a la agresión y mi nula simpatía hacia los salvadores de la patria vasca, tan aficionados a sacar el garrote contra sus adversarios políticos a la primera de cambio. Ahora bien, el asunto plantea algunas preguntas. ¿Puede la declaración de Barcina desencadenar un conflicto diplomático con los franceses, al sugerir que su merengue está más duro que una piedra berroqueña? ¿O, por el contrario, podemos los españoles ofendernos porque otorga a los pasteles del país vecino unas cualidades armamentísticas superiores?
Debo defender a la exalcaldesa de Pamplona en ambos frentes. En efecto, el merengue francés puede hacer más daño que el de aquí, porque pasa en el horno el suficiente tiempo como para secarse. Un merengue de allá te puede hacer un peeling facial impensable en uno local, aunque es verdad que el de Barcina se ve más bien pastoso en el vídeo. Y en cuanto a la repostería de destrucción masiva, creo que en España nos podemos sentir bien seguros: una rosquilla, un pestiño o un hojaldre mazacote de los nuestros siempre funcionarán mejor como objeto arrojadizo que un financier o un éclair. Así que podemos esperar tranquilos la sentencia, a ver si nos convertimos en el primer país democrático del mundo que condena a alguien a 10 años de cárcel por un tartazo.
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