Entre la esperanza y la realidad pura
Los albañiles ya no cantan en los andamios. Es un hecho constatado, dice el escritor Manuel Vicent en su columna del domingo pasado en EL PAÍS. Atribuye ese silencio a algo más que el temor a la pérdida del trabajo y el desplome de la construcción: en España ha comenzado a cerrarse el compás hacia el optimismo. Toca a pleno el tiempo de la crisis.
Luego de una prosperidad que parecía inagotable, la economía entró en declive y ahora oficialmente en recesión. (…) El Gobierno afronta su primera huelga general.
La medicina amarga recetada por la Unión Europea y el FMI para reducir el déficit fiscal. Nosotros sabemos mucho de esa historia. España se acerca a la Argentina de finales de los 90. Y, como pasó acá, los jóvenes buscan afuera oportunidades que su país les niega. Más de 100.000 se fueron en el último año, la mayor parte a Latinoamérica. Y muchísimos, a la Argentina: unos 22.000 en 2011, según datos oficiales.
Una parte de ellos repite, a su modo, el recorrido de abuelos y bisabuelos en las oleadas de la gran inmigración. Otros son argentinos nacionalizados españoles, que años atrás fueron a la península atraídos por el imán de la riqueza. (…)
Está claro que todos vienen a buscar trabajo y mejores empleos de los que pueden conseguir en Europa. Y que no tienen nada que ver con los viejos inmigrantes que se amarraron al país para siempre. Pero si no lo saben, debieran saber que tenemos una de las inflaciones más altas del mundo, el 34% del empleo en negro, la tasa de pobreza arriba del 20% y una economía que se desacelera y ya le pega a la demanda de empleo. No se van a encontrar con un paraíso.
Ricardo Roa
Buenos Aires, 29 de marzo
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