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Arantxa: Yo acuso

Arantxa Sánchez Vicario y su familia se enfrentan en los tribunales por la gestión de su fortuna

Juan José Mateo
La tenista Arantxa Sánchez Vicario recibe las felicitaciones de su madre, Marisa Vicario, tras ganar el Roland Garros en 1998
La tenista Arantxa Sánchez Vicario recibe las felicitaciones de su madre, Marisa Vicario, tras ganar el Roland Garros en 1998PHILIPPE WOJAZER (REUTERS)

 La ruptura del clan de los Sánchez-Vicario empieza con un detective, sigue con cuatro procesos judiciales que continúan abiertos, y termina, por ahora, con la publicación de ¡Vamos!, las memorias de Arantxa, que la exnúmero uno mundial presentará el martes. “No me hablo con nadie de mi familia. Me han dejado sin nada”, escribe la campeona en su obra. Ese silencio cortante, que es la estrepitosa banda sonora de la enemistad de una familia icónica del deporte español, se apoya en cuatro juicios abiertos: en los tribunales, Arantxa discute con sus padres sobre la cuantía de su fortuna, el uso y disfrute de un piso de lujo, la gestión de sus fondos de inversión o el destino que se le ha dado a sus ganancias.

Arantxa se ha querellado en Andorra contra su padre Emilio y el abogado familiar, a los que acusa de apropiación indebida y malversación de seis millones de euros. En un tribunal de Barcelona, el banco de Luxemburgo reclama a la extenista los cinco millones de euros con los que avaló el pago de su deuda con Hacienda (3,5 millones por haber tributado como residente en Andorra cuando lo era en España) a cambio de una garantía de retención de fondos de cuya supuesta vigencia nadie habría informado a su padre cuando presuntamente procedió a transferir los fondos a Suiza. En un tercer juicio en Barcelona, la exjugadora intenta revocar los derechos de uso y habitación que tienen sus padres sobre un piso de 200 metros de su propiedad en La Diagonal. Finalmente, hay un cuarto proceso abierto por el control de unos seguros y unos fondos de inversión de Mapfre.

Cuatro juicios enfrentan a los Sánchez Vicario. Nadie descarta un quinto

Representantes de las dos partes implicadas confirmaron a este diario la existencia de esos contenciosos. La interpretación que cada uno les dio, sin embargo, fue muy diferente. La tenista dice luchar por la fortuna legítimamente ganada durante años de exitosos esfuerzos sobre la pista, que calcula en 45 millones de euros. Su familia siente que participa en La venganza de don Mendo, versión siglo XXI. El punto de inflexión en la relación llegó con unos detectives: antes de que Arantxa se casara, en 2008, la familia encargó un exhaustivo informe del por entonces futuro esposo. Lo relata la tenista en sus memorias y lo confirman fuentes del entorno de su familia: la relación entre los padres y la hija estalló hecha añicos cuando estos decidieron presentarle las conclusiones.

En consecuencia, las diferencias entre las dos partes son abismales. Allí donde Arantxa insinúa la quiebra, fuentes conocedoras de su patrimonio opinan que este alcanzaba los 30 millones de euros a mediados de 2010, y que desde entonces se ha deshecho de algunas propiedades para acometer inversiones inmobiliarias en Estados Unidos. Allí donde Arantxa asegura haber perdido 3,5 millones en la estafa piramidal de Bernard Madoff y por culpa, siempre según su versión, de la gestión de su padre, fuentes conocedoras de la documentación que se maneja en los juicios creen que sus pérdidas ascendieron a 2,2 millones de dólares (alrededor de 1,6 de euros). Allí donde Emilio, su progenitor, es retratado como un apoderado que no informa a su poderdante, fuentes conocedoras de su situación jurídica dicen que ha presentado informes médicos que valoran la posibilidad de su incapacidad por varias arritmias cardíacas, un cáncer y un principio de alzheimer.

Cuatro juicios enfrentan a los Sánchez Vicario. Nadie descarta un quinto: tras la publicación de las memorias de la tenista, los abogados de su familia podrían estudiar el texto por si lo consideraran merecedor de una querella.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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