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Reforma de telecomunicaciones

Slim desmembra su imperio en México por la presión de Peña Nieto

La compañía venderá activos para dejar de ser un "actor económico preponderante"

Jan Martínez Ahrens
Carlos Slim, dueño de América Móvil, en una imagen de 2013
Carlos Slim, dueño de América Móvil, en una imagen de 2013S. G. (Bloomberg)

Carlos Slim dio este martes un sonoro golpe de timón al anunciar el desmembramiento de su imperio en México, su tierra natal y principal plataforma de negocio. La fuerte presión emanada de las reformas emprendidas por el presidente Enrique Peña Nieto para acabar con las posiciones de dominio en el mercado de las telecomunicaciones, lo han llevado a acordar la reducción de activos de América Móvil por debajo del 50% de la cuota nacional. El recorte supondrá sacar a la venta prácticamente un 30% de su cuota, valorados en más de 15.000 millones de dólares (alrededor de un 1,3% del PIB de México). El objetivo de la compañía es quitarse de encima la limitante calificación de “agente económico preponderante” y operar otra vez libremente en territorio mexicano. Un espacio fundamental para una firma, implantada en 26 países y con 292 millones de clientes de telefonía móvil, pero que en México tiene el 35% de sus ventas.

La decisión, anunciada en un comunicado cargado de amargura, ha desatado los interrogantes sobre el posible comprador, al que muchos analistas sitúan en el extranjero. También sobre el destino que dará Slim al capital obtenido con la venta. La televisión de pago, que hasta ahora tiene restringida, aparece como uno de los posibles receptores de las inversiones.

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La calificación de preponderancia ha sido el detonante de este pulso de titanes. Piedra angular de la reforma de las telecomunicaciones impulsada por Peña Nieto, en su esfera entran todas aquellas empresas que poseen más de un 50% de audiencia, tráfico, usuarios o suscriptores en el sector de las telecomunicaciones o de la radiodifusión. A estas firmas se les impone, a través de un organismo autónomo, el Instituto Federal de Telecomunicaciones, una serie de líneas rojas para reducir la distorsión que generan en la libre competencia. El caso de América Móvil, que controla el 8o% de la telefonía fija (Telmex) y el 70% de la móvil (Telcel), ha sido el paradigma de esta regulación. Como medida correctora se le ha limitado su política tarifaria, restringido y diferido su ansiada entrada en la televisión de pago e impuesto la obligación de compartir sus infraestructuras con los competidores.

Estas medidas, especialmente la última, desataron las iras del coloso. En un enfrentamiento pocas veces visto en México, la compañía de Slim, uno de los hombres más ricos del planeta y con una inmensa influencia en su país, acusó en marzo pasado a la nueva legislación de “confiscatoria, excesiva e inconstitucional”. “Sorprende que se pretenda por ley obligar a una empresa a invertir, para después obligarla a vender a sus competidores sus servicios a cero pesos. Además, esa propuesta confiscatoria premia la falta de inversión crónica de nuestros competidores en perjuicio de los consumidores”, afirmó la firma.

La sacudida no alteró el rumbo de Peña Nieto, que ha empeñado gran parte de su capital político en la culminación del proceso reformista y su promesa de poner en vereda las prácticas monopolísticas. En la tramitación de las leyes, el PRI logró un amplio apoyo del PAN (derecha). Con todo, algunos influyentes senadores de esta formación y del PRD (izquierda) señalaron que la normativa era mucho más lesiva para Slim que para Televisa, el “agente preponderante” en el ámbito de la radiodifusión. Las críticas no restaron fuelle al proyecto. El sábado pasado fue aprobado en el Senado de la República por 80 votos a favor y 37 en contra. Y justamente ayer, cuando Slim anunció el recorte, la normativa pasaba su último y rutinario trámite en la Cámara de los Diputados.

“Aquí hay una moraleja: el protagonismo de la reforma de Peña Nieto no la va a tener la ley, sino los empresarios, ahí se va a librar la verdadera partida”, indica el director de El Economista, Luis Miguel González.

La decisión de reducir su presencia en México por debajo el 50% tras casi un cuarto de siglo de expansión ha abierto la espita de las especulaciones, entre ellas, quién será el comprador. En su comunicado, América Móvil ofrece alguna pista: “El consejo de administración ha decidido la desincorporación y venta de ciertos activos en favor de algún nuevo operador independiente de América Móvil, fuerte, con experiencia en el sector de las telecomunicaciones y con alta capacidad económica y técnica, que sea una verdadera opción para participar en este sector intensivo en capital, para superar el obstáculo de la insuficiente inversión de nuestros competidores en México”.

Para los analistas este operador fuerte deber ser una compañía extranjera, con capacidad para asumir el gigantesco coste de la compra y las fuertes inversiones requeridas. “Es una operación de cerca de 20.000 millones de dólares. Y es difícil que una compañía mexicana lo asuma”, indica el especialista Enrique Quintana, director editorial de El Financiero.

La operación, con todo, puede tener otras variables. Y no necesariamente contradictorias. La empresa, según fuentes cercanas, lleva tiempo estudiando este escenario y la reducción podría venir de la desmembración tanto de partes del negocio como de regiones poco atractivas o que requieren de inversión.

Para llevar adelante la operación, que será supervisada por el IFT, América Móvil plantea en su comunicado dos condiciones: que los activos sean vendidos a su valor comercial en condiciones de mercado y que, acto seguido, a Telmex y Telcel les sea retirada la losa que pesa sobre ellos como agentes preponderantes. Esto es, que la compañía pueda volver a actuar con absoluta libertad y con los bolsillos llenos.

El destino de este capital abre el segundo gran interrogante. La eliminación de las restricciones permitiría a América Móvil, que siempre ha mostrado interés por la pequeña pantalla, entrar en igualdad de condiciones en el negocio de la televisión, sobre todo la de pago, donde la oferta del denominado triple play (telefonía, internet y televisión) representa uno de los negocios de futuro. El otro gran foco de inversión quedaría fuera de las fronteras mexicanas, en España y el área latinoamericana. “El mercado de las telecomunicaciones mueve 45.000 millones, el de la radiodifusión, 5.000 millones. Es evidente que no solo va a invertir en televisión”, señala González.

En su política de aligeramiento, América Móvil también ha hecho pública su intención de desprenderse de las torres de transmisión de telefonía móvil y ha renunciado a su opción de compra de la compañía de televisión Dish, que había levantado las sospechas del regulador.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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