Moody’s quita la Triple A a Francia
La agencia atribuye la decisión a los "desafíos estructurales" que afronta el país
Muchos analistas lo esperaban desde hace días. La agencia Moody's ha cumplido la noche del lunes con las previsiones y ha rebajado un escalón la máxima calificación de la deuda francesa. La pérdida de la triple A decidida por Moody’s, que se suma a la que decretó su gemela y competidora Standard & Poor’s hace diez meses, cuando Nicolas Sarkozy estaba todavía en el Elíseo, llega en un momento de gran incertidumbre sobre la economía y la competitividad galas.
Desde hace unas semanas, diversos analistas y voces procedentes de Alemania, Bruselas y el Fondo Monetario Internacional han lanzado recomendaciones urgentes a París y exigido reformas estructurales al presidente François Hollande, el único mandatario de centro izquierda que lidera un gran país de la Unión Europea.
"El principal motivo es el riesgo que sufre su crecimiento económico (...) debido a los persistentes desafíos estructurales que afronta el país", ha explicado la agencia en un comunicado. La calificación, que deja la nota en AA1, amenaza a Francia con volver a rebajar su nota crediticia a medio plazo.
El ministro de Economía, Pierre Moscovici, ha reaccionado a la noticia afirmando que se trata de una rebaja “que castiga la gestión del pasado” y que “incita al Gobierno a emprender rápidamente las reformas necesarias”. Algunos economistas opinan que la decisión tendrá un efecto limitado en los bajos tipos de interés que paga hoy Francia por financiar una deuda que supera ya el 90% del PIB.
Hollande ha presentado hace muy poco un ambicioso Plan por la Competitividad, con exenciones fiscales a las empresas que aligeran las cargas laborales patronales, y negocia en este momento con los agentes sociales la reforma del mercado laboral. Sus esfuerzos no han servido para dar confianza a sus socios, que piensan que Francia puede ser el año que viene la próxima ficha de dominó de la crisis europea. Lars Feld, director del Instituto Walter Eucken de Friburgo y miembro del comité de sabios que asesora a Angela Merkel, declaró hace una semana que “el mayor problema actual en la eurozona ya no es Grecia, ni siquiera España e Italia: es Francia, que no ha hecho nada para recuperar competitividad y está yendo incluso en dirección contraria”.
“Francia necesita reformas en el mercado laboral”, añadió el sabio, “es el país del euro en el que la gente trabaja menos horas al año”. Los socialistas creen que las críticas y la presión deberían haber llegado hace tiempo, cuando Sarkozy estaba en el poder. Y tratan de mostrarse eficaces, dialogantes y flexibles para evitar la sensación de que los organismos y los mercados les imponen el librillo neoliberal aplicado a los “países enfermos” del sur europeo.
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