“Podemos esperar que España pida el rescate en unas semanas”
El doctor catástrofe ha pasado esta semana discretamente por España. Nouriel Roubini (Estambul, 1959) ha mantenido reuniones con banqueros, miembros del Gobierno, economistas y otros profesionales para conocer de primera mano la situación de la economía española. Aunque la reunión a la que acudía con más interés era la entrevista con el conseller de Economía de la Generalitat, Andreu Mas Colell. “Fue mi profesor de Microeconomía de primero en Harvard”. El economista sigue haciendo honor a su apodo: el euro aún no está a salvo.
Pregunta. ¿Desde España se ven las cosas tan mal como cuando las analiza desde fuera?
Respuesta. Algunas de mis posiciones se han visto reforzadas y otras han cambiado. Veo una economía en recesión severa que se está agudizando. Los problemas bancarios son aún muy serios y, si la economía se deteriora más, las pérdidas para el sector pueden ser mucho mayores de lo que sugieren las cifras oficiales. El ajuste del sector inmobiliario está aún en marcha. Y, mientras, la combinación de austeridad y reformas estructurales resulta razonable a medio plazo, pero a corto, subir los impuestos, recortar las transferencias y el gasto del sector público tiene un efecto negativo sobre la actividad económica. Si llevas a cabo el ajuste, agravas la recesión, y si no, se disparan los costes de tu deuda.
P. Así que las consecuencias siempre son negativas...
R. España tiene que seguir adelante con la consolidación fiscal porque así lo exigen sus compromisos con la Unión Europea. Aunque se ha relajado el objetivo de déficit para este año, del 5,3% del PIB al 6,3%, va a ser complicado de alcanzar y mucho más aún el 4,5% del año que viene y el 3% del siguiente. Hay un montón de medidas pendientes en el ámbito de las reformas estructurales y se va a mirar con lupa si se implementan.
P. ¿La propuesta de unión bancaria y el giro en la política del BCE van en la buena dirección?
R. La Eurozona ha cambiado de actitud y ha decidido avanzar hacia una mayor integración: bancaria, fiscal y económica, lo que exige algún tipo de unión política que dé legitimidad a la transferencia de soberanía. Pero cada una de esas integraciones es difícil de conseguir. También es positivo que el BCE empiece a jugar sus cartas, al decir que va a comprar deuda de Italia y de España si solicitan un memorando de entendimiento que fije una estricta condicionalidad.
P. ¿Qué impacto tendrá para España esa política?
R. Creo que ahora que la incertidumbre sobre qué iba a hacer el BCE y la posición del Tribunal Constitucional alemán se han despejado, las razones del Gobierno español para retrasar una decisión han desaparecido y podemos esperar que en las próximas semanas España inicie el proceso de negociación para el rescate.
P. ¿Un rescate total?
R. No, el programa de condiciones para la compra de bonos, pero sin financiación del FMI. Así, los fondos de estabilidad financiera —el FEEF primero y el MEDE después— podrán comprar bonos en el mercado primario y en el secundario y también podrá intervenir el BCE. De todas formas, creo que España va a iniciar este proceso de forma discreta para evitar que todo el mundo esté pendiente de las negociaciones y evitar crear tensión en los mercados y los inversores durante las cinco o seis semanas que dure esa pelea por las condiciones.
P. ¿La calma actual de los mercados puede llevar al Gobierno a replantearse el rescate?
R. Yo creo que el Gobierno va a pedirlo en todo caso. Hay gente que dice que debería hacerlo ya, porque hay fuertes vencimientos en octubre, pero también es un mes de fuertes ingresos, que España aún tiene acceso a los mercados, y el Gobierno dice que no habría problemas para hacer frente a esa factura. Yo creo que lo solicitarán, aunque haya quien diga que el estigma político será excesivo. Durante meses, el Gobierno ha pedido que el BCE comprara deuda y ahora el BCE ha accedido a esa petición con cierta condicionalidad, para evitar el riesgo moral. España tiene una ventaja sobre Italia que es la estabilidad parlamentaria, con una mayoría que le permitirá sacar el acuerdo adelante. Solo tiene que decidir cuándo va a solicitarlo y cuándo va a firmarlo.
P. ¿Serán suficientes los 100.000 millones para el sector bancario?
R. En principio, esa cuantía debería serlo. Supone casi el 10% del PIB español e incluso el Gobierno sugiere que no será necesario utilizar todo el dinero disponible. Que sea finalmente suficiente dependerá de lo que pase con la economía, si la caída se prolonga y se acelera. Pero no es mi escenario base. Yo creo que la economía seguirá en recesión y eso llevará las pérdidas del sector próximas a los 100.000 millones, que es algo más de los 60.000 millones que prevé el Gobierno.
P. Los mercados han acogido con entusiasmo el plan del BCE
R. Tal y como yo lo veo, la medida no cambia las reglas del juego radicalmente pero sí compra mucho tiempo para la unión bancaria, la fiscal, la económica, para que la austeridad dé resultados y las reformas estructurales se implementen. Esa es la parte positiva, pero en sí misma no sirve para solucionar los problemas por las diferencias de competitividad en la Eurozona.
P. ¿Eso explica las reticencias de Alemania?
R. Muchos de los gobernadores sentados en el Consejo del BCE tienen un escepticismo similar al del Bundesbank. Creen que si la situación financiera de España se deteriora mucho más en los próximos meses, el plan del BCE será insuficiente y el país tendrá que someterse a un programa de rescate completo del FMI, con aportación de fondos. Así que incluso el plan del BCE no será sencillo de aplicar. También influyen los procesos electorales de los distintos países, la fatiga que genera la austeridad en los países de la periferia y la fatiga por los rescates en el corazón de la UE.
P. ¿Todavía ve un elevado riesgo de ruptura del euro?
R. No sé si es alto, pero yo veo la salida de Grecia del euro para el año que viene a estas alturas, quizás junto alguno de los países más pequeños actualmente en dificultades, eso sería manejable. Pero los elefantes en la habitación son Italia y España. La primera, hoy en día, parece en mejor situación que España, aunque el nivel de deuda sobre el PIB es mucho mayor y tiene un problema desde hace más de 10 años de baja productividad y crecimiento. Así que Italia tiene más problemas estructurales más profundos de competitividad, así que no me atrevería a decir cuál de los dos está peor. Pase lo que pase será a cámara lenta, no veremos que dentro de seis meses el euro se colapse y no vamos a ver tampoco una recuperación inmediata, sin muchos baches en el camino. Pero creo que ambas situaciones pueden darse.
P. ¿Indistintamente?
R. Digamos que antes de verano veía una probabilidad de ruptura del euro del 50% y ahora quizás del 40%. Pero veo dificultades severas en muchos de estos países, dificultades financieras y muchas limitaciones políticas.
P. Usted, que predijo la crisis hace ya unos seis años, ¿pensó que iba a ser tan profunda?
R. En enero de 2006 participé en el foro económico mundial de Davos en un panel sobre el futuro de la unión monetaria, con Jean Claude Trichet, Joaquín Almunia y Giulio Tremonti. En mi intervención advertí que había divergencias económicas, financieras, fiscales y competitivas entre el centro europeo y países como Grecia, Italia, España y Portugal y advertí que, si no se corregían, en cuestión de cinco años esos países terminarían como Argentina en 2001. Si vemos lo que ha pasado desde entonces, quizás no atiné con el calendario, pero si lees exactamente aquel discurso, asusta pensar lo acertado de aquel diagnóstico al ver lo que está pasando. Y ya dije que la situación todavía puede empeorar mucho.
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