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EE UU y Brasil ponen trabas a la importación de aceite de oliva

Varios países crean controles o tasas para potenciar sus propias producciones internas

Una mujer prueba aceite de oliva con pan durante su visita a la primera Oleoteca Internacional dedicada al aceite de oliva virgen, en Santa Cruz del Valle (Ávila)
Una mujer prueba aceite de oliva con pan durante su visita a la primera Oleoteca Internacional dedicada al aceite de oliva virgen, en Santa Cruz del Valle (Ávila) RAÚL SANCHIDRIÁN (EFE)

No prohíben la entrada de aceite de oliva, pero multiplican las trabas para estrangular su importación. Varios países fuera de la Unión Europea (entre ellos Brasil, Australia o Estados Unidos) con un importante potencial de consumo y, a la vez, perspectivas de aumentar sus producciones propias con nuevas plantaciones, han puesto en marcha o en estudio diferentes medidas para desincentivar e incluso bloquear las importaciones de aceite de oliva.

España es líder mundial de exportación de aceite de oliva, con 829.000 toneladas anuales vendidas fuera de sus fronteras, la mitad de los cuales acaban en Italia, donde son envasados bajo marcas italianas. Distintos países, sin embargo, han comenzado a buscar mecanismos que protejan sus mercados interiores. Estos mecanismos se concretan, tanto en la implantación de tasas o aumentos de aranceles, como en el establecimiento de mayores controles y análisis en frontera que podrían paralizar la entrada durante varios meses.

En el caso de Brasil, el sistema que se utiliza es el establecimiento de fuertes controles y análisis de todos los aceites en sus laboratorios, lo que retrasa y encarece las entradas y obliga a los exportadores a renunciar esos mercados. España negocia establecer laboratorios en España homologado por ese país para que el análisis se haga antes de exportar.

Australia, donde hay también un fuerte aumento de las plantaciones de olivos, tratan de implantar controles y sistemas que les den el poder de descartar o descalificar los aceites de importación.

En Estados Unidos, con una demanda de unas 250.000 toneladas de aceite al año de las que unas 70.000 son españolas, se debate la aprobación de una nueva ley que implicaría mayores controles y más análisis obligatorios. Unos análisis que supondría encarecer al máximo el producto, bloquear las entradas en frontera y desanimar a los exportadores.

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