Cuatro borradores de proyectos abordan la intervención de YPF
El Gobierno argentino no asume ninguno de los documentos que circulan
Antes de que comenzara la Semana Santa llegó a la sede de Repsol-YPF en Buenos Aires el borrador de un proyecto para nacionalizar el 50,01% de la compañía. Parecía que la embestida definitiva iba en serio. Después, el mismo borrador comenzó a llegar desde otras fuentes. “¿Quién está tan interesado en que conozcamos esto?”, se preguntaban en la empresa.
El presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, llamaba a la Casa Rosada para entrevistarse con la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y no recibía respuesta. Así que optó por escribirle una carta exponiéndole sus planes de inversión en el país. Mientras tanto, siguieron llegando por diversas vías borradores de proyectos a su mesa. Ninguno iba firmado, ninguno llevaba el membrete de ningún ministerio. Varios bufetes contratados por la empresa, en Madrid, Buenos Aires y Nueva York preparaban las herramientas jurídicas para contrarrestar cada uno de ellos.
Pero no había un rostro visible, una firma, un autor que asumiera la redacción de ninguno de los borradores. Y la presidenta seguía sin recibir a Brufau. Lo máximo que consiguió el responsable de Repsol fue que lo atendiera el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, y el de Planificación, Julio de Vido. Ninguno de ellos aseguraba saber nada de los borradores.
El jueves se iba a reunir la presidenta con los gobernadores de las 10 provincias petroleras. Se esperaba que tras esa reunión, por fin, se desvelara qué iba a pasar con Repsol. En la dirección de la empresa cruzaban apuestas sobre si se anunciaría una intervención o no. Tan pronto recibían mensajes de gente supuestamente muy bien informada que les aseguraban que la presidenta iba a anunciar la nacionalización, como les llegaban SMS en dirección totalmente opuesta.
La presidenta no hizo mención a Repsol-YPF durante una comparecencia televisada
A media tarde del jueves, el diario Clarín publicó en su edición digital la noticia de que el Gobierno había enviado al Congreso el borrador de un proyecto para nacionalizar YPF. Era el mismo proyecto que desde antes de Semana Santa aterrizó en la mesa de Antonio Brufau. Clarín fue víctima de las mismas desinformaciones que viene padeciendo Repsol desde que en enero el Gobierno argentino volvió sus lanzas contra la compañía. Curiosamente, el borrador, el famoso borrador, había aterrizado en el Congreso justo el día en que la presidenta se reunía con los gobernadores de las provincias petroleras.
Cuatro días antes, el pasado domingo, en La Nación, el periodista Jorge Fernández Díaz publicó una columna titulada La máquina de triturar periodistas en donde denunciaba la nueva práctica que se emplea desde la Casa Rosada para dañar la credibilidad de los redactores y sus empresas: “Nunca el cuerpo profesional de los diarios se había topado con una estrategia montada directamente para desacreditar al periodismo. Antes, una operación falsa podía tener como consecuencia un daño colateral: para perjudicar a otro político se lastimaba la credibilidad de quien daba la noticia. Hoy se trata, en cambio, de infligir daño directo. Hoy el objetivo somos nosotros”.
Al final del día la presidenta, una vez más, amagó sin golpear, no hizo mención a Repsol-YPF durante una comparecencia televisada en la que se limitó a hablar del sector cárnico y alimentario. Y el Gobierno se lavó las manos respecto a la autoría de los borradores que circulan. Encontró un motivo más para seguir repitiendo el lema que puso en boga el expresidente Néstor Kirchner: “Clarín miente”.
Aquella guerra entre el Gobierno y el mayor periódico del país fue iniciada con una expresión de Kirchner que aún sigue vigente: “¿Estás nervioso, Clarín?”. El viernes, el diario Página 12, el mejor informado respecto a los planes del Gobierno argentino, emulaba la pronunciación de Néstor Kirchner y preguntaba en su portada: “¿Estash nerviosho, Repshol?”.
Vaca Muerta: una reserva demasiado viva
¿Por qué ahora? ¿Por qué el Gobierno de Argentina no se ha dado cuenta este año, después de que Repsol comprara YPF en 1999, de que la compañía no ha invertido lo suficiente en el país? Desde hace cuatro años, cuando adquirió el 25% de la empresa el grupo argentino Petersen (de los hermanos Eskenazi), el Gobierno argentino dispone de un representante en el consejo directivo de YPF que nunca levantó el dedo para oponerse a nada. ¿Qué ha pasado este año?
Algunas fuentes dentro de la compañía estiman que la clave puede estar en el descubrimiento que se produjo en diciembre de 2010 en la provincia de Neuquén, en la zona de Vaca Muerta: Repsol encontró allí el tercer yacimiento del mundo de gas no convencional. Es la joya de la corona. Y algunos directivos de Repsol creen que la intención del Gobierno es controlar esa explotación al máximo. El problema es que para hacerlo se necesitan varios miles de millones de dólares, con los que ahora no cuenta el Gobierno. ¿Y qué empresa estaría dispuesta a invertir después de una expropiación a Repsol? “La impresión es que cada vez miran con mejores ojos a las petroleras chinas”, comenta un directivo de Repsol.
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