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Columna
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Cristiano y los mosqueteros

José Sámano

A la espera de otro clásico apocalíptico, a nadie dejó más tocado el último que a Cristiano Ronaldo, mustio, crispado y errático desde entonces. Un perjuicio innecesario para el propio CR y, sobre todo, para el Real Madrid, que no es un referente de la Copa Davis, sino de un deporte colectivo, con jerarquías, pero gremial. Cuesta congeniar que el Ronaldo más amargo brote justo cuando el Madrid de los últimos tiempos aventaja más que nunca al Barça. No parece motivo suficiente para la felicidad del ídolo, que se mide a sí mismo ante el espejo. Competitivo al máximo por naturaleza, el fútbol debería situar a CR como un extraordinario solista al frente de un todo. Esa es su misión en el Madrid y la que finalmente, en cierto modo, nunca llegó a interpretar del todo en el Manchester United.

Chamartín espera al formidable CR al servicio de la causa, no al CR Club de Fútbol

A CR debería preocuparle más despertar admiraciones que envidias. De lo segundo ya expuso su peculiar razonamiento (guapo, rico, etc...), ahora debiera acentuar los motivos para el arrobamiento general, sobre todo el de su universal hinchada. No habrá Ronaldo más encumbrado que aquel que sea capaz de liderar a su equipo hacia el triunfo global, no el que simplemente se quede en el ombliguismo de las estadísticas particulares. En el fútbol, lo individual pierde valor si no contribuye al éxito colectivo. Bien lo sabe Messi con Argentina; o el propio Cristiano con Portugal. Acunado en un ecosistema como el azulgrana, Messi gestiona sus caprichos sin sonados agravios para sus compañeros en el campo. Golea y asiste, tira paredes y las devuelve, festeja sus goles sin disimulo, sin vendettas con la grada, y no se hace el remolón en las celebraciones de otros. En el césped es el líder indiscutible y todos lo admiten porque él es consciente del mutuo beneficio: Xavi mejora a Messi y Messi engrandece a Xavi, por ejemplo.

Cada cual con su personalidad, uno y otro son la portada de sus respectivos equipos, pero sin ellos tendrían otra dimensión. Lo mismo da que uno aterrizara en el Madrid como estrella y otro brillara en la galaxia una vez llegado al Barça. En ambos casos parece necesaria la intervención de entrenadores y dirigentes, que no solo están para pasearse con las estrellas por los foros internacionales o ante las peñas de socios. Corregido en muchos aspectos Messi, aún no ha llegado del todo el turno de CR, un futbolista extraordinario, mayúsculo, sublime. Pero no siempre, proclive como es en rachas como esta, y no es la primera, aunque sí la más elocuente, en darse cháchara a sí mismo por unos silbidos, un marcaje con tacos de sierra o el mal pase de un colega. Desde lo futbolístico, al portugués le sobra repertorio para retorcer a su favor cualquiera de esas situaciones. Cendrós, lateral del Mallorca, no puede ser el azote que le desquicie. Para un grande, grande de verdad, como CR, el fútbol tiene muchos atajos. Por más que se subrayen sus botas de oro, no hay un Ronaldo más aupado por el madridismo que el que resultó decisivo en la final de Copa de Mestalla. Entonces, el luso no ganó su causa, sino que puso el broche a la causa del Real Madrid. Y así le esperan en Chamartín, donde su caso no es ninguna particularidad. Le bastaría con consultar al consejo de sabios de Concha Espina, de Di Stéfano a Michel pasando por tantos otros que cargaron con más de una bronca de una afición que siempre exigió más a quien más podía exigir. Esa es la grandeza de CR, aunque él parezca dar a entender que nada brilla más que su propia sombra. El Bernabéu le espera como lo que es -un futbolista formidable- y lo que debe ser -un mosquetero de lujo-. No como a Cristiano Ronaldo Fútbol Club.

Cristiano Ronaldo, durante el partido del sábado en Mallorca.
Cristiano Ronaldo, durante el partido del sábado en Mallorca.JAIME REINA (AFP)

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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