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Columna
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Apariciones marianas

Una advertencia: esto no va de política. Aunque la mariología indique que algunas de nuestras vírgenes más veneradas no andan faltas de valores patrióticos (Desamparados, Pilar, Rocío...); aunque los santuarios se constituyeran en un vehículo eficaz de la organización del espacio, y aunque la mayor parte de los centros y órdenes religiosas brotados a raíz de una visión estuvieran vinculados al feudalismo terrenal y espiritual...

Tampoco tiene que ver que a la Inmaculada Concepción (mismo milagro de pureza para ella y para su madre) a la que algunos y algunas se encomendaban ayer mismo, nos la pinten envuelta en un manto azul-PP sobre un lecho de nubes en el que revolotean inquietantes angelotes dotados solo de cabeza y alas. Ni siquiera que un 8 de diciembre de 1991 se firmara oficialmente la disolución de la URSS, por cuya conversión tantos rosarios habían sido susurrados...

Una amiga me ha hecho llegar cierto librito que es un tesoro: lo editó el Centre d'Estudis de La Plana y data de 1986. En él se destaca como "muy llamativa" la aparición de la Virgen poco antes de la entrada de los soldados aragoneses en Valencia: 6-8 de septiembre y 9 de octubre de 1238, respectivamente, cuando el sur de Aragón bullía de sentimiento guerrero-religioso.

Vírgenes a las que se asignarían distintas onomásticas empezaron a brotar de los ríos, en lo alto y al pie de árboles, anunciadas por grandes resplandores, música celestial, tañido de campanas, bueyes que se arrodillaban tres veces... prodigios todos presenciados por pastorcillas, labradores, doncellas o caballeros templarios, que a partir de entonces ya sabían dónde convenía levantar un santuario que serviría también de torre de vigilancia y de refugio, de lugar de peregrinación y romería (en ocasiones más paganas y festivas de lo que al clero complacía). Si algunas cuevas y manantiales hablaran...

El culto a la Mare de Déu sustituyó al de las ánimas del purgatorio después de Trento, y poco a poco ellas, como los santos y santas, se fueron especializando en la intercesión o sanación de dolencias diversas. También provocaron controversia localista: cada pueblo defendía a la suya como la más guapa, la más santa, la más pura... En cualquier caso, a todas se pedía que actuaran contra "el moro traidor y cruel".

Enrique Llobregat aseguró que las apariciones no eran más que un reflejo de la cristianización, y que por eso se registra la última en el siglo XVIII. Pero no podemos olvidar el fallido prodigio de Coves de Vinromà en 1947, que reunió a centenares de miles de personas esperando una sanación masiva, sin que La Señora se personara. La jerarquía católica no se había atrevido a avalar aquella cita previa establecida en una comparecencia en el fondo muy moderna: acudió a la niña elegida, le soltó unas cuantas obviedades de poco compromiso, e hizo mutis por el foro. Poco más sabemos, porque en las apariciones marianas, aunque todavía no rajoyistas, ya se utilizaba el truco de no admitir preguntas.

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