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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La paradoja de los números premiados

Javier Vallejo

Un pleno al quince te puede traer la ruina y un deseo cumplido puede hacer que te arrepientas de haberlo tenido. Pablo Messiez, actor porteño afincado entre nosotros, ha escrito y dirigido tres comedias concisas sobre la soledad, la desorientación y el desarraigo, protagonizadas por personajes cuyas relaciones amistosas y afectivas se entablan desde posiciones marcadamente asimétricas. En Los ojos, tercera de ellas, Nela, muchacha a la que nadie besó nunca porque la fealdad crece exponencialmente cuando va unida a la pobreza, se enamora de un joven ciego y atractivo, que la corresponde. A sus oídos, es bella.

Con la Marianela de Galdós como punto de partida, Messiez trenza un melodrama rural teñido de extrañeza y trascendido por la atmósfera atávica que respira su montaje: una densa capa de humus extendida sobre el escenario transmite a los intérpretes la agradable sensación de pisar tierra firme, y al público, un olor envolvente a humedad y la impresión de estar ante un espacio real y simbólico a la vez, que establece una mágica continuidad entre localizaciones muy diversas.

LOS OJOS

Autor y director: Pablo Messiez. Teatro Fernán Gómez, sala pequeña. Hasta el 18 de diciembre.

El trabajo de los actores y la puesta en escena emanan una gran energía

El trabajo de los actores y la puesta en escena emanan una energía que vertebra el espectáculo mejor que el propio texto. Al principio, Messiez esboza un conflicto triangular: la seductora madre de Nela, tan sensible a los encantos masculinos como poco escrupulosa con la incipiente felicidad de su hija, no duda en apuntar toda su femenil artillería contra el incauto invidente. Luego, la irrupción de una médico decidida a devolverle la vista nos lleva a un asunto bien distinto: el de lo poco que dura la dicha en la casa del pobre. Nela adivina que cuando Pablo vea la luz, desaparecerá de su vida.

Messiez dibuja a sus personajes con pinceladas rápidas, precisas, vigorosas, los pone en situación instantáneamente y les presta algunas frases elocuentes y hermosas. Fernanda Orazi y Marianela Pensado, intérpretes de madre e hija, trabajan con organicidad envidiable (espléndido el final del primer monólogo de Orazi, con larga pausa y coda humorística), aunque es Pensado quién se lleva el gato al agua con esa mocita que está tocando la felicidad con la punta de los dedos, pero al borde del abismo. Óscar Velado contornea con pericia el personaje del ciego, le imprime su justo tempo y lo viste con estereotipias calcadas. Menos convincente, Violeta Pérez en el episódico papel de la sembradora de cizaña, apenas esbozado por su autor.

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Conforme el melodrama avanza, su foco se va desplazando de la hija hacia la madre, cuya historia de desamor funciona como una interesante segunda trama que resta un tiempo precioso al desarrollo de la trama principal. Más que a Galdós, el asunto de Los ojos me recuerda al de Molly Sweeney, drama de Brian Friel donde un joven consigue someter a su novia ciega a una operación que acaba devolviéndole la vista, con resultados desoladores: Friel nos muestra la evolución de sus personajes tras la operación quirúrgica; Messiez, en cambio, pone ahí el punto final, y añade un epílogo monologado en el que se nos cuenta con premura lo que sucedió después. Nos hubiera gustado verlo. La función sabe bien, pero deja una sensación de hermoso camino inconcluso.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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