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Reportaje:

En peligro de extinción

La Fundación Infante de Orleans organiza una exhibición de aviones antiguos bajo el riesgo de desaparecer por falta de presupuesto

La demostración de ayer, típica en el primer domingo de cada mes, sonaba a despedida. O a algo parecido. El aeródromo de Cuatro Vientos, al sur de la capital, atrajo a un centenar de personas. Quizá sean los últimos que hayan visto un vuelo de míticos aviones como el Mosca o el Saeta. La Fundación Infante de Orleans -cuyo lema es "museo de aviones históricos en vuelo"- pasa por sus peores momentos a causa de la falta de ingresos. La crisis y la carencia de patrocinios están motivando que su escuadra de 38 aeronaves tenga un rumbo incierto, lo que puede provocar su cierre definitivo. Y ayer sonaron esos aires de despedida.

La Fundación Infante de Orleans se creó en 1984, cuando un grupo de pilotos formó la sección de aviones históricos del Aeroclub José Luis Aresti. Su objetivo ha sido siempre hacerse con el mayor número de aeronaves que hayan desempeñado un papel destacado en la historia española. Cuentan con 38 ejemplares que corresponden a 32 modelos. Y todos ellos están en perfectas condiciones.

El colectivo, creado en 1984, dispone de 38 aeronaves en perfecto estado
Cuatro Vientos acogió el vuelo de aparatos míticos como el Mosca

La entidad necesita, según sus responsables, unos 600.000 euros anuales para mantener los aviones. Levantar algunos de ellos supone un gran desembolso, como el mítico Saeta (el primer reactor de origen español), que consume unos 500 litros de queroseno por cada hora de vuelo. La fórmula que ha utilizado la Fundación hasta ahora es que algunas entidades promocionen o patrocinen alguna aeronave en particular. De este modo, sufragan todos los gastos que origine. Sin embargo, la crisis ha pasado factura a estos mecenazgos, pese a que las desgravaciones fiscales oscilan entre el 20% y el 35%, según las comunidades autónomas de donde provengan.

Ya resulta tradicional entre los aficionados acudir las mañanas de los primeros domingos de cada mes a Cuatro Vientos y poder fotografiarse con estas reliquias de dos y cuatro alas. Oír sus motores equivale a remontarse a los principios del siglo pasado, cuando la aeronáutica daba sus primeros pasos. Ayer no fue una excepción, pero en muchos responsables de la Fundación, entre ellos su presidente, Daniel Gallego, se podía apreciar cierta tristeza.

La exhibición resultó incomparable como siempre. En el cielo de Cuatro Vientos se pudieron ver aparatos míticos como el Dornier DO-27, el Ducker Jungmann o el Stinson 108 Voyager. En algunos momentos de la soleada mañana llegaron a hacer formaciones de hasta tres aviones, lo que se convirtió en las delicias de los asistentes. Esa mezcla de belleza, de ruido a veces ensordecedor, y de cierta nostalgia, quizá dé paso a un cierre involuntario para un museo vivo que dejará de surcar los cielos por falta de presupuesto.

Unos espectadores observan el vuelo de tres aviones de la colección de la Fundación Infante de Orleans, en Cuatro Vientos.
Unos espectadores observan el vuelo de tres aviones de la colección de la Fundación Infante de Orleans, en Cuatro Vientos.SANTI BURGOS

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