Eliseo Álvarez-Arenas, pensador y marino
Ha fallecido Eliseo Álvarez-Arenas Pacheco, que se autodefinía como marino y escritor. No mentía, pero se quedaba corto. No mentía, porque la vocación en él fue pasión en ambos aspectos y en todos los momentos de su cursus honorum. Se quedó, sin embargo, corto, porque desde su ingreso en la Escuela Naval a su almirantazgo tuvo mando y docencia, es decir, lo tuvo todo. Se quedó también corto en el segundo aspecto, porque recorrió con brillantez, y desde muy pronto, el difícil camino que separa al mero escritor del pensador y el del ensayista militar, del estratega.
Se valió para ello de lo aprendido y de lo meditado: del tesón y del espíritu de servicio que se respiraba y respira en la institución en la que militó y del pensar de los grandes intelectuales españoles: Ortega, Marías... siempre presentes en su obra, por su doble condición de pensadores y de españoles.
Cuando alguien muere, inevitablemente se le juzga y se le analiza. Si analizar es decomponer un todo en partes, en la trayectoria del almirante Álvarez-Arenas, el todo es el ser marino, y las partes, la estrategia, el pensamiento naval, la historia, lo literario y lo poético, aplicados, por supuesto, al mar. Una frase suya, de gran éxito, compendia su vida profesional e intelectual: "El mar es lo que es; la mar es eso en lo que se está".
Hemos perdido al escritor-marino y al marino-escritor de obra más trascendente de las últimas décadas, por la profundidad y la brillantez de sus análisis y por su influencia en el pensamiento contemporáneo. No fue un escritor fácil, muchas veces escribió para sí mismo, pero volcó en su propio trabajo y con generosidad, las dudas que, sobre lo inmediatamente escrito, le iban surgiendo, en la sospecha de tratarse de ideas inútiles o que pronto iban a ser superadas. El mero planteamiento de sus dudas, supuso, casi siempre, una aportación tan enriquecedora como poco frecuente.
Nada más alejado de un estratega de salón; concebido por él el complejo análisis militar como "un hacer de ingenio", tenía este que ser pensamiento digno de convertirse en doctrina, "un hálito al menos de lo filosófico". Novedad reconfortante.
Tengo que agradecerle mucho como historiador, aunque tardé en acabar por comprenderle en su complejidad de sabio y no poco me costó el intentar estar a su altura en nuestras conversaciones. Asumí sus conclusiones de nuestro ayer como una impronta colectiva: "Algo vivo pese a parecer dormir en el pasado", y adopté como admirativo plagiario su definición de España como "ecuménica, naval y marinera". Tomé conciencia, gracias a don Eliseo, de la habitual la ausencia de la atención que se debe a la influencia de un factor histórico, el mar, en la historia de España, y me propuse enmendarlo en mi medida.
En más de una ocasión me confesó que siempre había pensado que su gran aportación a la española podría ser la adaptación a la modernidad de la terminología marítima nacional, sin tener que acudir a extranjerismos, porque en la riquísima y antiquísima parla marinera que los diccionarios náuticos del siglo XIX reflejan, acomodan y actualizan, se hizo. Si en esa época, literaria donde las hubo, pudo hacerse, ahora, por lo menos debiera, intentarse. ¿Quién cogerá su antorcha?
Hugo O'Donnell es miembro de la Real Academia de la Historia.
