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Crítica:FERIA DE SAN MIGUEL | PEREDA / FANDIÑO, MORA, FERNÁNDEZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Estado de coma

Antonio Lorca

Lo preocupante, en primera instancia, es que un cartel integrado por las dos grandes revelaciones del año y un joven torero de la tierra solo concitara la atención de poco más de media plaza. Algo serio ocurre cuando ni Fandiño ni Mora, triunfadores en todas las grandes ferias, llaman la más mínima atención en esta tierra de supuestos grandes y sabios aficionados.

Después, a medida que van saliendo los toros al ruedo, se explica que los tendidos luzcan ladrillos. Ha tiempo que desapareció el animal que intimidaba desde las gradas, y lo que hoy se ofrece no deja de ser una caricatura inválida y enfermiza, con cara triste y avejentada. Y surge la eterna pregunta: ¿por qué estos dos toreros con supuestas ansias de figura se anuncian con esta birria? Decididamente, el escalafón de toreros está contagiado de comodidad y superficialidad. Así, con estos toros, en una plaza como Sevilla, no es posible emocionar; así, buscando la suerte del toro bobo, no se consigue más que aumentar el engaño y el fraude que hoy padecen quienes acuden a la plaza.

PEREDA / FANDIÑO, MORA, FERNÁNDEZ

Toros de José Luis Pereda, correctos de presentación, blandos, descastados y nobles.

Iván Fandiño: cuatro pinchazos y dos descabellos (silencio); pinchazo _aviso_ y estocada (ovación).

David Mora: estocada (ovación); estocada baja (palmas).

Esaú Fernández: estocada (silencio); pinchazo, media perpendicular y dos descabellos (ovación).

Plaza de la Maestranza. Feria de San Miguel. 23 de septiembre. Media entrada.

Nada de lo ocurrido en el ruedo merece la pena ser reseñado. Los toros, en estado comatoso, tullidos, cadavéricos, con ese halo de tonta nobleza tan en boga en esta opaca modernidad. Sin fuerzas todos ellos para aguantar el más mínimo puyazo; sin hálito de casta para embestir con largura, sin sangre en las venas...

Y poco más de los toreros. Un par de verónicas de Fandiño al que abrió plaza; capotazos de cierto fuste los de David Mora a su lote, y las dos veces que Esaú se plantó de rodillas en toriles para recibir a sus dos toros. Y muchos pases, como siempre, pero nada para el recuerdo, ninguno que merezca la pena.

Fandiño nada pudo hacer ante el tullido primero, y lo intentó de veras en el cuarto, de embestida rebrincada, al que realizó una labor plagada de altibajos y sin limpieza.

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No se le puede negar a Mora su decisión, encomiable en todo momento. Tocó el triunfo con las yemas de los dedos, pero no lo alcanzó. La culpa, como siempre, de un lote sin calidad, pero tampoco el torero encontró el camino del temple. Aprovechó las muy escasas embestidas del segundo para arrastrar la muleta y guarecerse del molesto viento, pero el toreo no alcanzó el vuelo deseado. Y la misma película en el quinto; parecía que..., pero no pudo ser. Ni toro ni torero se entendieron, a pesar de algún detalle que hizo albergar esperanzas.

Lo mejor de Esaú, las dos veces que cruzó el diámetro del ruedo para hincar las rodillas y esperar a sus dos toros. Salió bien del trance, pero el capote lo maneja con poquita gracia. Inédito quedó ante el amuermado tercero, y algo mejor ante el noblote y blando sexto, pero no despegó como se esperaba. Los muletazos despegados no emocionan a nadie. Alguien se lo recordará en el futuro.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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