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EL APERITIVO

'Raki' y que el sol juegue

De las cosas que más me han chocado, el raki. Es un anís seco, más seco que el que empleamos aquí para preparar la palometa, un aperitivo ideal para la carne especiada de después. Recuerdo en Estambul la terraza del bar Reina, un local que cuelga sobre el Bósforo. Es un lugar muy agradable. Al atardecer, con la puesta de sol, la ciudad se tiñe de verde y azul, de un oro morado indescriptible. También me gusta la terraza de la vieja casa del escritor francés Pierre Loti. Ahora es un pequeño hotel.

Soy muy de mar, de contemplarlo, de descubrir matices en el juego entre el sol y la atmósfera y acompañar esa visión de un líquido prometedor. El vino, claro, ocupa un lugar preferente en mis elecciones. De las combinaciones más especiales que recuerdo, uno de los protagonistas es un caldo dulce de la Italia occidental, el sciachetra, un vino blanco dulce y fuerte. Es un vino algo escaso creo yo. Los italianos de la Liguria lo cultivan en los acantilados de las Cinque Terre en La Spezia. En la zona, cualquier terraza de Lerici o La Spezia lo ofrece y no es mala idea acompañarlo de lardo di colonnata, un tocino seco prensado al mármol de corrada. Una verdadera delicia.

Ya se ve, un buen aperitivo requiere un contexto agradable, un horizonte equilibrado. Recuerdo que Orhan Pamuk criticaba las elegías que escritores como Loti dedicaban al Bósforo. No lo entiendo. Nada de lo que se ha escrito es comparable a lo que se ve y si el raki lo acompaña, aún mejor, diga Pamuk lo que diga.

José María Tomás es arquitecto

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