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Reportaje:

'Arqueosacho' contra el olvido

La Universidad de Vigo y el Ayuntamiento de Allariz comenzarán en julio a excavar uno de los yacimientos romanos más valiosos de Galicia, hallado por un vecino

Pasaron ya cuatro meses desde que Manuel Losada, buscando un marco en la carballeira, hincó el sacho en el suelo de Armea y chocó, bajo la tierra, con unas escaleras excavadas en la roca. Un mes más tarde, el hallazgo se convertía en noticia (seguramente la más importante de cuantas sobre arqueología se publicaron en Galicia en los últimos tiempos) y se multiplicaban las peregrinaciones de expertos y profanos a esta aldea de Santa Mariña de Augas Santas (Allariz).

Con las visitas, era inevitable, empezaron a precipitarse las opiniones de los sabios. Los primeros investigadores que acudieron al lugar, alertados por el vecino, reconocieron allí los rasgos de una villa romana y aún hoy mantienen esa teoría. Todos los demás, todos los que llegaron algo después, vislumbraron sin embargo señales convincentes de un santuario y esta, mucho más inesperada, mucho más apetecible, es la idea que se generalizó.

Losada y sus dos amigos expertos llevaban tres años rastreando la zona
La hipótesis oficial habla de un santuario. La otra teoría, de una villa

No se sabe qué es lo que ha aparecido en Armea, pero ahora ya no quedan muchos días para empezar a desentrañar el misterio. Aunque, a lo mejor, nunca se llega a tener certeza de lo que realmente hay allí. La Festa do Boi durará hasta el 26, y más o menos por entonces el Ayuntamiento espera tener todos los permisos en regla para emprender lo que el alcalde, Francisco García, llama "el trabajo de Indiana Jones". Aunque, como dice el nacionalista "los designios de la Xunta son inescrutables", lo más probable es que a principios de julio lleguen los arqueólogos de la Universidade de Vigo, en colaboración con otros como David Pérez y Celso Barba, ya con licencia para empezar a trabajar.

De momento hay un presupuesto de 30.000 euros procedente de los fondos Agader para excavar, limpiar, señalizar elementos singulares y hacer algunas catas, pero se va a quedar corto porque se cree que el yacimiento es mucho mayor de lo que parece. En un lugar en el que hasta la toponimia despierta opiniones diversas (Señorín/ Señoriño; Armea/ Armeá) todos los arqueólogos que visitaron el hallazgo coinciden en una cosa: la estructura descubierta debe de prolongarse bastante y en varias direcciones.

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La aldea de Manuel Losada es el mismo lugar en el que hace ya más de medio siglo se había excavado la Cibda de Armea, y en aquella colina, aunque en la ladera opuesta, se acumulan todos los elementos precristianos que adornan la tradición de la santa. Existía ya un proyecto de recuperación del conjunto, enmarcado en un plan anterior de rehabilitación del pueblo de Santa Mariña, la promoción de la artesanía y la venta de recuerdos, pero el sacho del vecino puso los engranajes en marcha de forma milagrosa.

Siempre se sospechó que aquel sitio, en el que aparecieron los famosos guerreros de piedra de Armea, escondía algo más de lo que descubrió, en los años 50, Francisco Conde-Valvís, el único arqueólogo que había trabajado allí. En Armea, la aldea en la que ya solo viven Losada, su mujer y otra señora más, los visitantes que van de camino al Forno da Santa se entretienen en descubrir entre los muros de las casas fustes romanos, algún petroglifo y piedras con inscripciones latinas.

Desde hace tres años, el geólogo José Ramón Seara y el arqueólogo Juan González Carballo, miembros de la Asociación de Estudios de Santa Mariña de Augas Santas, han perseguido, con Losada, nuevos vestigios de un yacimiento importantísimo (el de Conde-Valvís) que sin embargo estaba olvidado y ya medio perdido entre la maleza. Primero localizaron una pileta, y luego se sucedieron muchas falsas alarmas. "Hemos pasado un montón de horas viendo chorradas", reconoce Seara Valero, presidente de la asociación. "Engatusamos con esto de la arqueología a Manuel, y él nos avisaba cada vez que le parecía ver algo. El de ahora fue un auténtico descubrimiento. Esta vez iba en serio".

Al día siguiente, el 20 de febrero, el geólogo y el arqueólogo registraban el yacimiento en la Delegación de Patrimonio de Ourense. Para ellos, solo para ellos, aquello no es un santuario sino "una estancia subordinada de una villa" y unas escaleras de acceso a otra habitación. "Los demás", en el enorme bloque de granito labrado, "ven un banco de piedra y dos escalinatas que lo rodean, y lo comparan con el yacimiento de Argeriz (Vila Real, Portugal), cuando ni siquiera está totalmente claro que el de Portugal sea un santuario", comenta Seara. "Pero es que además no son iguales", defiende. "Nosotros no vemos unas escaleras que rodean un banco. Nosotros vemos una escalera, un banco, y después un muro que separa la otra escalera, independiente de la primera", que lleva a otro lugar.

Pero la versión oficial es la otra. El alcalde habla de la "excavación del santuario galaico-romano", y lo justifica, "esa es la teoría de la Universidade de Vigo". Sea como sea, el patrimonio de Armea tiene al fin su oportunidad. Arqueosacho mediante.

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