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Reportaje:BANDA SONORA

Glutamato Ye-yé tiene hambre y frío

Una de las bandas pop más madrileñas vuelve a subirse al escenario

Manuel Recio, alias Patacho, de 53 años, melillense criado en Canarias y sobre todo en Madrid, tiene que vender su guitarra preferida. ¿La razón? "Un problema gordo", explica sin perder la sonrisa de buen tipo. Es un problema tan fácil y grave como el que tiene media España en estos tiempos duros. Es una guitarra única; una Fernandes Telecaster por la que han paseado las manos de sus amigos Jaime Urrutia, Josele Santiago, Xoel López o Juan Aguirre, de Amaral. De ahí han salido también las canciones de Glutamato Ye-yé, uno de los más veteranos grupos del pop rock español de los ochenta, que Patacho formó junto a Iñaki Fernández en 1979.

El 25 de este mes el grupo vuelve a tocar en directo para celebrar los 31 años que han pasado desde la primera vez que se subieron en el escenario de la Sala El Sol. Eran unos veinteañeros. Ahora los dos pasan de los 50.

Se separaron en 1987 para que los roces no acabasen con su amistad
"Un año después los grupos de la movida se hicieron ricos menos nosotros"
Los problemas económicos acechan a los miembros del combo
Patacho va a sortear su guitarra favorita a través de Internet
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Aunque la historia de Glutamato está poblada de canciones irónicas y generacionales -por ejemplo, Todos los negritos tienen hambre (y frío)-, uno de los iconos del grupo fue el bigote a lo Hitler, o a lo Charles Chaplin, de Iñaki. "Estaba bien porque llamaba la atención, pero nos creó muchos problemas", recuerda Patacho. "Una vez, en un concierto en Valencia nos encontramos a varios nazis en las primeras filas esperando algo que no era. Cuando les dijimos que estaban equivocados, el concierto se convirtió en una batalla campal".

Aunque ese bigotito polémico también le salvó el pellejo en alguna ocasión. Como cuando los jóvenes fascistas de mediados de los ochenta tenían por costumbre entrar a los bares dando palizas. "Mucha gente se ofendía, pero nunca tuve problemas. Era un escudo perfecto", recuerda Iñaki. "Lo hacía por provocación. Tenía 20 años e incluso algún año me colé por divertimento en manifestaciones del 20-N con camisa y traje y acababa rodeado de señoras fachas con abrigos de visón".

Iñaki recuerda el día exacto que se lo afeitó. "El 13 de marzo de 1993. Me lo quité en Uganda". Había ido al país africano tras la guerra, en busca de piezas de arte para vender en su tienda de arte étnico en Malasaña. "No encontré nada de arte, sino un país arrasado por la guerra. Aquel fue un negocio romántico pero poco lucrativo", explica.

Ni rastro del bigote ahora. Iñaki, con 50 años recién cumplidos, lleva el pelo largo, camisetas negras y parece más un cantante de un grupo de hardcore que de pop. Trabaja como forestal y cuidador de montes: "Es un trabajo duro, pero me gusta", cuenta. "Sobreviví en la música 10 años. Ahora es imposible".

La palabras para definir los primero años de Glutamato Ye-yé salen a borbotones. "Éramos salvajes. Viajes, comidas, sonrisas perennes... Una locura. Una fiesta continua. Todo iba más deprisa", recuerda Patacho. "No teníamos ni techo, ni márgenes" completa Iñaki. "No sabíamos lo que molaba, había que inventarlo. Lo que sí teníamos claro era lo que no molaba".

Tras cuatro discos, Glutamato se separaron en 1987 por roces personales. "Si para seguir siendo amigos tenemos que dejar el grupo, lo hacemos", sonó en la despedida. Estuvieron varios meses sin llamarse, pero Iñaki y Patacho nunca dejaron de ser amigos. "Quizá perdimos el momento", explica Patacho. "Un año después, los grupos de la movida se hicieron ricos, menos nosotros. Pero seguimos siendo amigos y eso es lo importante".

Los Glutamatos no son nostálgicos. "Preferimos vivir el presente y sobre todo el futuro", aseguran. Aunque ahora no están en su mejor momento, tampoco es el peor. "El que no haya estado tres veces como mínimo abajo no es músico", reflexiona en voz alta Patacho. "Eso no es nuevo. Le ha pasado a muchos compañeros de generación y de profesión. No se trata de echarle la culpa a la piratería, ni a Internet ni a la crisis discográfica. Son las modas y el público el que cambia". Entonces, ¿dónde está ahora Glutamato Ye-yé? "En la parte de abajo, pero en la de abajo del todo", bromea Patacho. "Después de tantos años, tenemos grupos de seguidores fieles que no teníamos entonces, que ni siquiera sabíamos que teníamos". "Y saben más de nosotros que nosotros mismos", dice Iñaki.

Además del concierto del día 25 de junio, el grupo madrileño tiene previsto para este otoño nuevos proyectos. El primero es una caja de grandes éxitos, con siete discos y un DVD. También trabajan en un disco de versiones, con la ayuda de otros músicos -"de nuestra generación y más jóvenes"-. ¿Y hay repertorio nuevo? "Sí", confirma Patacho. "El problema no es si sacarlo o no sacarlo, sino cómo sacarlo".

A la guitarra de Patacho le ha salido un pretendiente. Es un coleccionista que ofrecía mucho dinero. Su leyenda lo merece, pero Patacho, cansado de ver en Internet cómo discos firmados por él adquieren precios desorbitados, ha preferido no venderla, sino sortearla a través de la web entradas.com, con papeletas a cinco euros. "Que la use pero que no vaya a comercializar con ella".

Iñaki Fernández y Patacho (tocando la guitarra), dos de los integrantes de Glutamato Ye-yé.
Iñaki Fernández y Patacho (tocando la guitarra), dos de los integrantes de Glutamato Ye-yé.

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