_
_
_
_
Reportaje:

El laboratorio que nació en una cocina

La farmacéutica Nupel basó su crecimiento en la exportación a países de Asia y África - Dorribo incluso llevó a Lugo a jeques de los Emiratos Árabes

Un juego de cazos, un hornillo y la mayor cantidad de cartuchos plásticos de carrete que pudieron reunir peregrinando por las tiendas fotográficas de Lugo. Este era el despliegue tecnológico con el que nacía Nupel hace 25 años, en una pequeña estancia de la calle Lamas de Prado. Eran tres los socios: Jorge Dorribo, Arsenio Méndez y Rafael Vizcaíno. Y contaban con una única fórmula magistral: la de la grasa protectora del cuero que defendía en su tesina la hermana de Dorribo.

Se autodefinían como "químicos de cocina". Ellos mismos preparaban la mezcla, la envasaban en los cartuchos y la etiquetaban con el nombre de Nupel, el acrónimo de "nutre a pel". La movida agonizaba, pero todavía se llevaba mucho el cuero, y la crema funcionaba. De las zapaterías, enseguida pasó a venderse en El Corte Inglés; los socios también acudían a las carreras de El Jarama y Jerez, en busca del cliente motorista; y luego llegaron a un acuerdo con Inditex para incluir una muestra del producto con cada cazadora. Aquello marchaba viento en popa, y dos de los amigos, Dorribo y Méndez, entendieron que era el momento de diversificar la producción.

Llegaron a un acuerdo con Vizcaíno, que siguió con el negocio de la grasa para el cuero utilizando el mismo nombre comercial, mientras que ellos se estrenaron en 1993 como distribuidores,y lanzaron al mercado una línea cosmética de color. El primer gran éxito llegó cuando, una vez pintada la mujer, pensaron en lavarle la cara. Encargaron 200.000 toallitas desmaquilladoras, las pusieron a la venta inmediatamente después de la primera marca que las comercializó en España y agotaron existencias.

Toda la mercancía se fabricaba al principio en Asturias, pero Nupel enseguida llegó a un acuerdo con un laboratorio de Barcelona. En Lugo (pronto se instalaron en el polígono de O Ceao) solo se estuchaba, etiquetaba y comercializaba. Y así siguió ocurriendo con la mayoría de los medicamentos que, a partir de 1997, empezó a vender Nupel. Poco a poco, los socios fueron comprando en exclusiva los derechos sobre fármacos con mucha demanda que otros laboratorios habían desarrollado. Y al mismo tiempo los fueron registrando en diferentes países de Sudamérica, África y, sobre todo, Oriente Medio. Llegaron a exportar a 27 países, y en ello basaron su negocio los dos socios, Méndez como presidente y Dorribo ocupando la gerencia.

En pocos años, Dorribo se convirtió en uno de los empresarios más importantes de Lugo. Siempre hablaba de sus planes de futuro, y los vendía bien. Presumía de que su empresa era la décima de Galicia, y se quejaba de que era la séptima pagando impuestos. Aunque en 2008, en la inauguración de otra nave en O Ceao, logró el respaldo del conselleiro nacionalista de Innovación e Industria, el también lucense Fernando Blanco, solía criticar la falta de ayudas que obtenía de la Xunta. Según él, le brindaban más facilidades las autoridades de Bielorrusia, Brasil y los Emiratos Árabes, y fue precisamente en Abu Dhabi donde Dorribo imaginó un futuro de lujo asiático.

Con esa mano tendida que halló en los emiratos, Nupel había adquirido allá 30.000 metros cuadrados de terreno y planeaba estrenar fábrica para todo Oriente Medio en 2007. La firma del convenio con aquel país se escenificó a lo grande en la Diputación de Lugo, con Cacharro presente y dos autoridades llegadas de Abu Dhabi: el director general de Economía, el jeque Mohammed Al Qubaisi, y el director de negocios, Saleh Al Mansouri. En su mejor momento, cuando todo el mundo en Lugo hablaba del gusto de Dorribo por lo suntuoso, Nupel planeaba una inversión de 35 millones de euros en la capital de los emiratos, pero el plan nunca se llegó a materializar por completo. Se quedó en almacén de distribución.

Actualmente, en plena crisis, con deudas, retrasos en los pagos a proveedores y créditos y pólizas de descuento por valor de 5,5 millones, Nupel todavía pretendía sacar adelante nuevos proyectos. Jorge Dorribo quería ampliar las instalaciones de O Ceao, había adquirido una nave en el polígono de Rábade para la que todavía no obtuvo licencia de actividad y viajaba mucho a Andorra, como en tiempos lo había hecho al país del petróleo. El objetivo de la sociedad fundada en el Principado y la planta de Rábade, según se anunciaba desde Nupel, era adelantarse a la competencia fabricando medicamentos unidosis para hospitales, geriátricos y venta en farmacias.

Del agua mineral a la fabricación de barcos de lujo

Nupel, con dos accionistas que van a medias, Jorge Dorribo y Arsenio Méndez, factura 48 millones de euros, declara unas ganancias de 448.000 euros (según el balance del año 2009) y tiene medio centenar de empleados. Pero esta, y sus sociedades filiales, no es la única aventura empresarial que emprendió Dorribo Gude en los últimos años. En el Registro Mercantil figuran hasta 43 firmas, algunas ya extintas, otras en activo, en las que el lucense fue o es consejero, administrador, secretario, socio, apoderado o liquidador.

En sus múltiples negocios, Dorribo no se limitó al sector farmacéutico. Diversificó tanto sus actividades que actualmente, según el registro, tanto es consejero delegado de una marca de aguas minerales como administrador de una empresa de aparcamientos, de otra de producción de energía u otra, de nombre Luis Moya Rally School, con base en Rábade, para la enseñanza de pilotos.

El coruñés que da nombre a esta empresa también se convirtió en director del equipo Nupel de rallies, patrocinado por Dorribo hasta que este año decidió deshacerse de la escudería. Uno más entre los muy diversos (baloncesto, voléibol, motociclismo, motocross y náutica, entre otros) patrocinios deportivos de Nupel. Aunque el empresario también hizo sus pinitos en la edición, encuadernando la novela La importancia de las cosas, de Marta Rivera de la Cruz, en una caja especial con forma de medicamento.

Entre los negocios de Dorribo aún vigentes se encuentran asimismo uno de fabricación de yates en Sada, otro de venta de vehículos, uno de servicios de radiodifusión, otro de promoción inmobiliaria y varios relacionados con la construcción (fabricación de parqué y carpintería metálica), la arquitectura y el urbanismo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_